La comunidad de Marjayoun denuncia su situación a Vida Nueva: “Esta es nuestra cruz. Nosotros no queremos la guerra y por eso se nos acusa de connivencia y traición”
El pasado 27 de noviembre se firmó una tregua de 60 días entre Israel y la milicia libanesa de Hezbolá. Aunque los representantes de ambos se han acusado de supuestas violaciones del alto el fuego, lo cierto es que esta aún se mantiene.
Eso sí, quienes no la están viviendo como tal son muchos de los cristianos que viven al sur del país, justo en la frontera con Israel, que ha sido la región más golpeada desde que, en septiembre, arreciara la ofensiva del Gobierno de Netanyahu contra los islamistas. Lo que se pudo comprobar el propio 27 de noviembre, cuando, a punto de entrar en vigor el alto el fuego, la ciudad cristiana de Marjayoun “fue bombardeada de madrugada por Israel”. Aunque, como explican a Vida Nueva representantes de la comunidad local, “gracias a Dios y a la Virgen María, no hubo heridos y los daños se redujeron a los coches y a las ventanas de las casas”.
Estas mismas fuentes internas nos explican que, casi dos semanas después, su situación sigue siendo muy complicada: “Ahora Hezbolá se está vengando de nosotros porque, durante las semanas de guerra, muchos de sus militantes fueron expulsados de nuestras casas”. Conscientes de que, cuando pasaban por su municipio, este era bombardeado por Israel, no dudaron en enfrentarse a los islamistas para echarlos del pueblo.
Pero hoy están pagando las consecuencias… “Nos amenazan de muerte”. Aunque no se trata solo de presiones verbales: “Hace unos días, combatientes de Hezbolá atacaron a jóvenes de Marjayoun, en el centro de la ciudad, y los golpearon”.
Después de que “las personas atacadas en Marjayoun” presentaran “una denuncia ante el competente sistema de Justicia libanés contra los atacantes, que procedían de Dibbin”, se han iniciado “mediaciones en ambos pueblos para resolver el problema de forma pacífica”. Mientras esperan “para saber a qué conducirán estas negociaciones”, lo cierto es que impera el escepticismo: “Esta es nuestra cruz. Los cristianos de este país, sobre todo los que vivimos al sur, siempre pagamos por la violencia de los demás. Nosotros no queremos la guerra y por eso se nos acusa de connivencia y traición”.
Como lamenta otra fuente eclesial, “los cristianos estamos solos… Solos con Dios”. Todo al comprobar que, a nivel mediático, nadie repara en su situación. Pero, “a pesar de estas difíciles circunstancias y de las persecuciones a las que estamos expuestos, siempre imploramos y oramos incansablemente y creemos en la protección de la Virgen y de los santos de Líbano, que nos defienden e interceden por nosotros ante Dios para salvarnos del mal. Es Él quien nos da la fuerza para luchar con fe para permanecer en nuestra Tierra Santa y afrontar con esperanza lo que nos llega con todos los medios de la injusticia y del mal”.
Hay tregua, sí, pero en Marjayoun apenas lo experimentan: “La situación no está todavía bien. Hay bombardeos y toque de queda, con una prohibición de moverse entre las cinco de la tarde y las siete de la mañana”.