El arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, asistió este fin de semana a los actos de reapertura de la Catedral-Basílica de Notre Dame de París tras acabar las obras de remodelación , que recuperaba y renovaba así su misión como lugar de culto y su papel de lugar histórico de Francia y Europa, cinco años después de sufrir un gravísimo incendio. El arzobispo ha querido comparti con ‘Vida Nueva’ las emociones de estos días de celebración.
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PREGUNTA.- ¿Qué significó para usted como copríncipe de Andorra y arzobispo de la Seu de Urgell participar en la reapertura de Notre Dame?
RESPUESTA.- Fue una oportunidad de estar junto a Emmanuel Macron, el otro príncipe de Andorra, con el que tengo una relación muy cordial. El mismo día del incendio compartimos juntos los momentos de dolor y por eso he querido participar de la inauguración, como un gesto de comunión entre Andorra y Francia. Pero sobre todo fue muy reconfortante estar bajo aquel techo de la “nueva catedral”. Fue una ocasión que sin duda merecía que los episcopados estuviéramos presentes allí, en la misa de reapertura.
Un homenaje precioso
P.- ¿Cómo describiría la atmósfera del evento?
R.- Bueno, yo creo que desde el punto de vista social se intentó hacer una distinción entre el relato fuera de la catedral, el homenaje civil que se hizo antes de la misa, y una celebración católica. Creo que un momento memorable, antes de la misa, fue esa apertura de la catedral que de nuevo cinco años después, permitía entrar en su interior. Fue un homenaje que duró todo el fin de semana y contó con representantes de otras confesiones cristianas, de otras religiones, con personas que han donado para contribuir a la reconstrucción. Todos esos bomberos, los constructores… En fin, tantas personas que han puesto su granito de arena en la vuelta de este templo emblemático. Aquello fue precioso.
P.- ¿Qué mensaje espiritual transmite este renacimiento del templo?
R.- Cuando el 15 de abril de 2019 se quemó la catedral fue un auténtico shock. Notre Dame es un emblema para todo Francia. La reconstrucción en este tiempo tan breve, este gran trabajo ha logrado algo que para la autoestima de los franceses es muy necesario. Y a nivel espiritual ha supuesto un renacer, volver a iluminar el camino de la construcción social, la Iglesia quiere ser servidora. La Iglesia Católica tiene su lugar cultural en la sociedad y esto se ha puesto de manifiesto a raíz de la reapertura. La restauración que hoy culmina ha sido también una forma de recordar y preservar este símbolo del espíritu humano y de la capacidad de superación frente a la adversidad, reafirmando su importancia como icono cultural y espiritual en la era moderna. La Iglesia ha renacido junto con la catedral.
P.- ¿Cree que, como asegura el Papa, una restauración así puede suponer un “renacimiento” de la Iglesia europea?
R.- Todo París rezumaba acción de gracias y alegría, lo necesitaba la ciudad y la nación francesa. La verdad es que la inauguración de Notre Dame presenta una imagen espléndida, bellísima. Se veía en los diseños, en las vestiduras de los miembros del clero, con colores vivos… El mobiliario, el ambón y la Sede están ahora preciosos. Y todos pudimos participar de ello, que es una alegría. Creo que en la santa misa, París consiguió dar una imagen muy positiva de lo que se quiere vivir en adelante, un renacimiento, la resurrección de Notre Dame siguiendo la petición que nos hace continuamente el Papa Francisco precisamente sobre este renacer.
Belleza, fe y devoción
P.- En su opinión, ¿se puede considerar Notre Dame como el corazón de Europa?
R.- ¿Por qué no? Aunque los cristianos vemos que Roma es centro de nuestra Europa, es cierto que de allí han surgido iniciativas como la construcción de la Universidad de París. Notre Dame es también un monumento al patrimonio cultural, donde la belleza, la fe y la devoción a Sta. María se funden en una sola obra. Esta catedral se ha convertido en un símbolo nacional para Francia, y su influencia ha trascendido las fronteras religiosas para convertirse en un referente cultural y artístico universal.
P.- ¿Cuál es su opinión sobre la ausencia de representación oficial de España en un evento de esta magnitud?
R.- Prefiero no comentar sobre esto pero creo que en este punto se tuvieron en cuenta otras cuestiones en las que no voy a entrar. España ha colaborado mucho por la vuelta de Notre Dame y lo sigue haciendo. Hay muy buena relación entre los españoles y los franceses.
P.- En conclusión y a nivel personal, ¿qué emociones le suscitó presenciar el regreso de un templo tan icónico después del devastador incendio de 2019?
R.- Para mí ha supuesto una oportunidad preciosa. La misa fue de una gran belleza en todo su conjunto: la música muy bien escogida, las corales, el sonido del órgano… Todo fue espléndido. Ver al episcopado reunido en el altar es el mejor símbolo de la unidad de la Iglesia. Además, a mí me tocó estar en las dos celebraciones por Notre Dame que se hicieron entre el sábado y el domingo y fue muy bonito. Hubo un momento en el que me encontré justo delante de la imagen tan bonita de la Virgen gótica que tiene en sus brazos al niño Jesús y puede entregarle mis peticiones y pedirle por la paz en el mundo, en especial por la situación en Siria. Uno de los momentos con lo que me quedo sin duda fue la entrada a la catedral del presidente ucraniano Zelenski, con una gran ovación de todos los presentes, simbolizando el deseo de luchar por nuestra propia patria y al mismo tiempo acompañar en su sufrimiento a Ucrania desde Andorra.