Timothy Peter Joseph Radcliffe (Londres, 1945), maestro de la Orden de Predicadores de 1992 a 2001, es uno de los nuevos 21 cardenales de Francisco. Seguro que le unen muchas cosas al resto de los 20 purpurados, pero también les diferencia una: él será el único no nombrado obispo. Más aún, el Pontífice y el religioso inglés han convenido que lo mejor es que siga siendo un dominico más. Incluso, seguirá vistiendo su hábito blanco, pese a que algún profano pueda confundirlo con el Papa.
Tras más de 50 años ejerciendo el sacerdocio, Jorge Mario Bergoglio le encargó en 2023, junto a la madre Maria Ignazia Angelini, OSB, las meditaciones del Sínodo de la Sinodalidad, con las que ha podido demostrar su profundidad teológica, pareja a su sentido del humor. Sus posiciones, consideradas progresistas, le han valido críticas dentro de la Iglesia; sin embargo, “puedo vivir con ello”.
PREGUNTA.- El Papa le ha nombrado cardenal. ¿No será un error? (Risas).
RESPUESTA.- Me pilló por sorpresa. Me fui a mi habitación después de comer para la siesta –buena tradición española– y me pregunté por qué había recibido 43 correos electrónicos. Mis hermanos de Oxford lo supieron antes que yo. No dejaba de pensar que debía de ser un error.
P.- El Papa le eligió en 2023 como predicador del Sínodo. ¿Le ha valido eso el nombramiento o se habrá fijado por otro motivo? ¿Se ha preguntado ‘por qué yo y no la madre Angelini’?
R.- No tengo ni idea. Habría que preguntárselo a él. Maria Ignazia ha sido una maravillosa compañera y amiga en nuestro apoyo al Sínodo. Siempre leo y releo sus meditaciones. Sería una magnífica cardenal.
P.- ¿Qué fue lo primero que le dijo al Papa al verle tras enterarse del nombramiento?
R.- Le pedí no ser ordenado obispo porque soy hermano dominico. La fraternidad es la tierra en la que estoy plantado. Como religioso, el Papa lo comprendió inmediatamente. Su maravillosa encíclica Fratelli tutti trata de cómo todos somos hermanos y hermanas en Cristo, y la vida religiosa es un signo de ello. “Hermano” y “hermana” son los títulos clave para los cristianos.
Soy un pésimo lingüista y, a veces, para mi vergüenza, ni siquiera estoy seguro de si hablo italiano o español. Pero la calidez del Papa derriba todas las barreras y facilita la comunicación. Cuando san Juan Pablo II vino al Angelicum, le recibí con un saludo en polaco que me había aprendido de memoria. Me miró sorprendido. Le dije en italiano: “Espero que mi acento polaco sea mejor que mi acento italiano”. Me contestó maravillosamente: “Si el corazón está abierto, la mente comprende”.
P.- El Papa ha hecho cardenales ahora a dos dominicos: a usted y a Jean-Paul Vesco. Se unirán a Christoph Schönborn y Dominik Duka. ¿Qué aportan a la Iglesia los hijos de santo Domingo desde el cardenalato?
R.- Somos hermanos del Hermano Domingo, por lo que espero que podamos dar testimonio de la belleza de la fraternidad cristiana. Después, nuestro lema es ‘Veritas’. En la Orden, nuestro amor por la verdad debería llevarnos más allá de las habituales divisiones aburridas y estériles entre los llamados tradicionalistas y progresistas. Es una polarización ajena a la verdad católica, que hunde sus raíces en la tradición –el Evangelio y los concilios de la Iglesia– y, sin embargo, se proyecta hacia el Reino. Espero que nuestra tradición teológica nos mantenga abiertos a los grandes misterios de la fe, que trascienden nuestra comprensión.
P.- Ha decidido no vestir de rojo y Francisco se lo ha permitido. ¿Tiene alergia a esa tonalidad o quiere ser papa? (Risas).
R.- Desde el dominico Pío V, ¡los papas han vestido de blanco! Fue Francisco quien me sugirió que siguiera vistiendo el hábito. En realidad, es una idea muy moderna que los religiosos vistan de rojo. Si miras los retratos de cardenales dominicos del siglo XIX, todos llevan hábito.
P.- En sus meditaciones del Sínodo pidió no ver al compañero de mesa como “esa terrible feminista o ese horrible cardenal”. En un mundo tan polarizado, ¿es imposible que los católicos no nos contagiemos?
R.- Es difícil, porque digamos lo que digamos, muchos periodistas –no todos– nos encasillarán. Estoy harto de que me califiquen de “ultraliberal”. No es cierto. Amo la tradición y creo en ella. Nos hace avanzar hacia el Reino. Pero la presión de nuestra cultura polarizada es implacable y debemos hacer un esfuerzo diario para resistirla.
P.- Esa polarización ha llegado a los medios católicos… y algunos no hablan bien de usted. ¿Le preocupan las críticas?
R.- Puedo vivir con ello. Intento ponerme en contacto con quienes me atacan y dialogar con ellos. A menudo, logramos superar los malentendidos. Pero algunos no están dispuestos a dialogar. Parece que necesitan a alguien a quien odiar, aunque tengan que inventarse a esa persona. Cada 5 de noviembre, en Inglaterra recordamos la noche de ‘Guy Fawkes’, quien se supone que intentó volar las Casas del Parlamento en 1605 como parte de un complot católico. Cada año se hacen imágenes horribles de él y se queman. Esto hacen algunas personas hoy: crean imágenes feas y falsas de la gente y luego intentan destruir lo que ellos mismos han creado.