En un manifiesto tras su asamblea general, advierte que es un problema derivado de una narrativa de criminalización, aporofobia, xenofobia y exclusión
Tras celebrar su asamblea general electiva, la Red eclesial de migración, refugio, trata y desplazamiento Clamor, capítulo Panamá, ha suscrito un manifiesto en el que ha instado a gobiernos de la región a adoptar políticas de acogida integrales con migrantes y refugiados.
Es un problema – explican los integrantes de Clamor – que se deriva de una narrativa de criminalización, aporofobia, xenofobia y exclusión que “promueve el miedo y las medidas de los gobiernos tratando la migración como un problema de seguridad nacional”.
Además se pliegan al llamado que hicieran los miembros del Secretariado del Episcopado Centroamericano (SEDAC), en su carta pastoral, de ser una Iglesia que “acompaña, protege, promueve e integra a los migrantes”.
Los miembros de Clamor han señalado varios escenarios que agudizan el problema de la migración en América Latina: pobreza extrema, extractivismo que desplaza a poblaciones enteras.
Asimismo denuncian una crisis del modelo democrático que “promueve cada vez más el autoritarismo y las agendas nacionalistas” en clara referencia a Nicaragua, Venezuela y Cuba.
Por supuesto, la corrupción “corroe todo el sistema e impide una vida digna de nuestros pueblos”, sumado al aumento de “políticas de exclusión y rechazo a los empobrecidos del sistema que obliga a las personas en movilidad a exponerse por rutas cada vez más peligrosas”.
Advierten que la población migrante se encuentra a merced de las mafias de la trata y el narcotráfico, afectando principalmente “a los niños, niñas y adolescentes excluidos de los
sistemas de seguridad social, de salud y educativos”, incluso “muchos de ellos y ellas llegan a nuestras fronteras no acompañados”.
Frente a este drama, Clamor Panamá hace un llamado urgente a las autoridades de Centroamérica y Suramérica a tomar medidas de protección con esta población vulnerable.
Recordaron que desde la Iglesia “desarrollamos procesos de promoción de la dignidad y el desarrollo humano sostenible desde nuestro hacer sinodal”, por cuanto, “reafirmamos nuestro compromiso con quienes por diversas circunstancias se ven obligados a migrar o son víctimas de la trata de personas”.
Seguirán apoyando las acciones que desde la Iglesia visibilicen “esta crisis de la humanidad que impacta a millones de seres humanos”, para ello, insisten en promover una migración informada, protegida y acompañada.
“A todas nuestras familias en movilidad en esta época de adviento les decimos, no están solas. Queremos seguir siendo una voz que clama en el desierto, en las selvas, montañas, campos y ciudades anunciando una buena nueva que hable del año de gracia del Señor”, finalizaron.