En esta década larga de pontificado, muchos se han asomado a la figura de Jorge Mario Bergoglio para esbozar su vida a modo de relato o recopilar sus pensamientos a golpe de entrecomillados. El italiano Massimo Borghesi rebasa esa aproximación de superficie y se ha ganado a pulso ser considerado el biógrafo intelectual del primer pontífice latinoamericano de la historia. El catedrático de Filosofía Moral de la Universidad de Perugia lo atestigua en conversación con ‘Vida Nueva’ durante su paso por Valladolid para participar en la XLIV Semana Social organizada por la Conferencia Episcopal bajo el lema ‘El diálogo, camino para la Iglesia’.
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PREGUNTA.- ¿Es el papa Francisco, hoy por hoy, el único líder global que clama en favor de un diálogo y una paz reales?
RESPUESTA.- Por supuesto. Y ante la posición del Papa, hemos visto mucho silencio. Silencio en Estados Unidos, silencio en Europa… Es como si los líderes de los países se sintieran incapaces de buscar una salida a estos conflictos que están enturbiando a gran parte del mundo y ya no se pudieran encontrar soluciones. Naciones Unidas parece impotente, Estados Unidos no ha demostrado tener una política diplomática capaz de hacer frente a estas guerras y Europa ha guardado silencio, sin tener una voz independiente. La polarización ha demostrado el estruendo de la globalización y la voz de la Iglesia es la única que se ha opuesto y se opone a este ruido de las armas y al modelo económico y tecnocrático globalizante. Es ese modelo el que ha llevado a la situación actual, porque no es posible una unidad entre los pueblos basada únicamente en la economía, y eso ha favorecido el nacimiento de los nacionalismos y los soberanistas, como posturas reaccionarias al modelo de globalización. El occidentalismo y el nacionalismo son los dos extremos de una polarización que los cristianos no pueden aceptar.
P.- La polarización también se ha colado en las sacristías. Hay corrientes ultraconservadoras que cuestionan la autoridad de Francisco un día sí y otro también…
R.- Es un clericalismo que está muy asentado en Norteamérica, en Polonia… Son voces críticas que acusan al Papa de ser comunista, unos comentarios que están absolutamente fuera de lugar. El Papa está profundamente apegado a la tradición, como lo demuestra la nueva encíclica sobre la piedad popular y el Corazón de Jesús. Además, está en contra del aborto y de la ideología de género. Esas críticas surgen de una órbita católica que ha aceptado plenamente el modelo neocapitalista, liberal e individualista.
P.- ¿Cómo aterrizar el modelo que promueve Francisco?
R.- En este tiempo presente, la Iglesia debe proclamar el programa del Evangelio: un programa de solidaridad social y de paz entre los Estados y los pueblos en el actual contexto de conflicto. Esta es la tarea de la Iglesia, que no es apreciada por los poderosos del mundo. Pero el Papa no tiene miedo de los poderosos del mundo y lo dice muy claramente. Ya Juan Pablo II fue una voz solitaria en 2003 contra la guerra de Irak y se opuso con todas sus fuerzas cuando era un anciano y estaba enfermo. Al final, se reconoció que Wojtyla tenía razón y que todos los que respaldaron esa guerra estaban equivocados. Hoy estamos viviendo una situación similar con Francisco.
“Ya veremos”
P.- La victoria de Donald Trump, ¿es una buena o una mala noticia para la Iglesia?
R.- Como ya han dicho algunas voces autorizadas de la propia Iglesia, “ya veremos”. Seguramente, en la guerra entre Ucrania y Rusia quizás tengamos mejores noticias, mientras que en el conflicto entre Israel, Gaza y Líbano, ciertamente no sabemos si Trump dejará vía libre a Netanyahu. Ahí no creo que sea una buena noticia. Tampoco lo es que Elon Musk se haya erigido en una figura tan importante dentro de la nueva administración, porque abandera ese modelo tecnocrático. Insisto en ese “ya veremos” sobre cómo se comportará el nuevo presidente en estos y otros asuntos. En Europa, tal vez tienda a dividir a Estados vecinos. Por otro lado, querrá la guerra con Irán y la confrontación con China.