El nacimiento de la Comunidad tiene 145 metros cuadrados y representa ocho escenas vinculadas a la encarnación del Hijo de Dios
El tradicional Belén de la Real Casa de Correos, sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid, vuelve a sorprender este año con un espectacular montaje inspirado en el pueblo marroquí de Ait Ben Haddou, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987. Esta impresionante obra, de 145 metros cuadrados, combina el detallismo artesanal y un profundo mensaje espiritual, siendo el agua su protagonista principal, símbolo de vida y renovación.
El Belén cuenta con más de 480 figuras realizadas por destacados escultores belenistas como José Luis Mayo, los Hermanos Castells, los Hermanos Cerrada, Ángeles Cámara y Olot, entre otros. La escena central del Nacimiento se encuentra en una pequeña isla rodeada de aguas cristalinas que simbolizan la vida y el refugio espiritual en medio de la agitación del mundo. Desde las montañas, dos ríos descienden formando una cascada de 17 metros, que junto a 30 metros de ríos y el desierto circundante, aporta frescura y realismo al entorno.
Para dar vida a este montaje, se han empleado 1.200 kilos de corcho, 120 cajas de musgo y cerca de 1.000 kilos de arena y piedras. El Belén recrea un bullicioso zoco oriental con puestos de venta y jaimas típicas bereberes, mientras que más allá se extiende un vasto desierto que simboliza las zonas deprimidas.
El montaje incluye ocho escenas principales del relato bíblico: el Sueño de José, la Anunciación a la Virgen María, la Visitación a Santa Isabel, Pidiendo Posada, la Anunciación a los Pastores, la Natividad, la Adoración de los Reyes Magos y la Huida a Egipto.
En esta edición, se han cuidado especialmente los detalles simbólicos. Según Luis Antonio Sastre, vicepresidente de la Asociación de Belenistas de Madrid, “la idea era representar dos realidades: la riqueza, simbolizada por el zoco y el bullicio del comercio, y la pobreza, reflejada en el desierto“. Estas dos realidades están separadas por el castillo de Herodes, mientras que la isla donde tiene lugar el Nacimiento aparece como un espacio de transformación y esperanza, adornada con exuberante vegetación y una catarata.
Sastre continúa explicando que un detalle innovador “es el efecto óptico creado por las rocas, que forman dos arcos abrazando la escena del Nacimiento, reforzando el mensaje de unidad y cambio. Además, en la Adoración de los Magos, estos avanzan a pie, acompañados por pajes que son niños, un símbolo del relevo generacional y la esperanza en la juventud”. En la parte trasera, una escena conmovedora muestra a un abuelo con su nieto, representando la transmisión de sabiduría y legado.
La planificación de este Belén comenzó en febrero de este año con la concepción del proyecto, y las pruebas de edificación se realizaron en marzo. Desde abril, 70 personas trabajaron por turnos en su creación, mientras que el montaje final, que requirió la colaboración de 58 voluntarios de la Asociación de Belenistas de Madrid, se completó en tan solo cinco días.