Vaticano

El Papa pide a los curiales que sean “artesanos de bendición” con su acción pastoral

Francisco felicita las navidades a las cúpulas de los dicasterios vaticanos a los trabajadores de todos los organismos pontificios





Uno de los momentos clásicos de estas fechas es la felicitación navideña del papa Francisco a la Curia Romana. Los principales líderes de los dicasterios romanos y muchos de los cardenales residentes en la Ciudad Eterna han compartido esta audiencia con el pontífice en la Sala de las Bendiciones, en el balcón central de la Basílica de San Pedro. El pontífice recibió los mejores desero del decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re.



Los asistentes nos se han ido con las manos vacías. Como es habitual recibieron como regalo del Papa dos libros: ‘La gracia es un encuentro. Si Dios ama gratuitamente, ¿por qué los mandamientos?’ del dominico Adrien Candiard, superior de un convento en El Cairo (Egipto); y ‘La gloria del bien por nada. Una guía espiritual para abrazar la imperfección’ del también dominico Sylvain Detoc, profesor en el Institut Catholique di Tolouse. Ambos libros han sido publicados por la LEV.

Crear buen ambiente

El pontífice comenzó su intervención recordando la situación que se vive en Gaza y denunciado que el Patriarca latino no pudo entrar en la Franja y que “los niños están siendo bombardeados, esto no es guerra, es crueldad”. Citando al monje del siglo VI Doreteus de Gaza, el Papa invitó a bendecir y no a maldecir. Para el Papa hablar bien de los demás “es algo que nos concierne a todos, incluso al Papa –obispos, sacerdotes, consagrados, laicos– y con respecto a la cual todos somos iguales, porque toca nuestra humanidad”. Más allá, destacó, “es bonito pensar que a través del trabajo diario, especialmente el más oculto, cada uno de nosotros puede contribuir a traer la bendición de Dios al mundo. Pero en esto debemos ser coherentes: no podemos escribir bendiciones y luego hablar mal de nuestro hermano o hermana. Eso arruina la bendición”.

Por ello, instó a los responsables curiales a practicar la humildad y a hacer el ejercicio de “acusarse a sí mismo” y generando un ambiente de trabajo hablando bien. “El trabajo de oficina a menudo es árido y se marchita a la larga, si uno no se recarga de experiencias pastorales, de momentos de encuentro, de relaciones amistosas, de gratuidad. Sobre todo, por eso, necesitamos hacer los Ejercicios espirituales cada año: para sumergirnos en la gracia de Dios, para sumergirnos totalmente”, apuntó Francisco que invitó a pensar a los presentes en su última confesión. 

El pontífice ensalzó la humildad como “casi en una virtud teologal” en sintonía con el “abajamiento” de Cristo que se celebra en la Navidad. Por ello alertó contra los cotilleos que, dice un refrán romano, “no aportan nada”. Ante esto, instó a abrirse de la misericordia como clave de la acción pastoral, ya que sin esta “nos transformamos en canales secos”, alertó. Por ello invió a todos a ser “artesanos de bendición” en su forma de hacer.

Audiencia con los trabajadores

Tras felicitar a la Curia se reunió con los trabajadores de los distintos organismos vaticanos y sus familias. Francisco agradeció su trabajo. “Pasando por las calles y los patios de la Ciudad del Vaticano, por los pasillos y las oficinas de los diversos Dicasterios y en los distintos lugares de servicio, la sensación es la de estar en una gran colmena. Y también ahora hay quienes trabajan para hacer posible este encuentro: ¡démosles las gracias!”, apuntó el Papa.

Celebró encontrarse también con los familiares, a los que sugirió encontrar “algún momento para reuniros en torno al belén, para dar gracias a Dios por sus dones, pedirle ayuda para el futuro y renovar el afecto mutuo ante el Niño Jesús”. “Queridos amigos, gracias por este encuentro y por todo lo que hacéis. Os deseo lo mejor para esta Santa Navidad y para el año que está a punto de comenzar: el Año Santo de la Esperanza. Os bendigo y os encomiendo: no olvidéis rezar por mí”, conclitó el pontífice.

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