Los prelados han pedido retomar las jornadas de oración – propuestas en abril de este año – durante la Navidad en todos los templos del país
“¡Feliz Navidad, sí, feliz Navidad! porque nace Dios para todos”. Apuntaron los obispos cubanos en su mensaje navideño. Sobre todo en un contexto cuando la isla caribeña pasa momentos de muchas dificultades sociales, económicas y políticas.
En un símil extraído del evangélico texto de Lucas (1, 78) han comparado el nacimiento de Jesús “como la visita del Sol, que ilumina todas las circunstancias, también las difíciles y angustiosas”.
Por eso, en medio de estas circunstancias la Natividad del Señor es una fiesta que prolonga la esperanza en la vida personal y familiar de cada pueblo, porque “Dios viene a nosotros en Su Hijo Jesús para liberarnos del pecado, del poder de la muerte, de la tristeza de vivir sin amor”.
“Cuando Cristo entra en nosotros, nuestra vida se renueva, se sanan las heridas, redescubrimos el gozo de ser hijos de Dios y hermanos unos de otros, mientras se enciende la esperanza de un mundo mejor”, añadieron.
Los prelados recordaron que “la oración tiene poder” para “transformar los corazones, las realidades de muerte, y volvernos a Dios” en alusión a la actual crisis de Cuba y el mundo.
Por eso, han pedido retomar las jornadas de oración – propuestas en abril de este año – durante la Navidad en todos los templos del país, bien al “final de las misas, en la adoración del Santísimo, como a nivel personal y comunitario”.
Recordaron que la oración “vigoriza la fe” puesto que “nos acercamos a Cristo” en un claro llamado a no dejarse vencer por el desánimo ni la apatía. Por supuesto, la Navidad es una “ocasión maravillosa” para avivar en el corazón “la llama de la fe”.
“Perseveremos en la oración por Cuba, no dejemos de hacerlo por nada. La oración es el servicio propio y más eficaz que la Iglesia puede ofrecer a nuestro pueblo”, sostuvieron.
Los obispos cubanos ven también en el Jubileo de 2025 la oportunidad para seguir atizando la esperanza, más aún cuando “en nuestros corazones hay un anhelo profundo de amor y paz, de perdón y reconciliación, de verdad y justicia, de libertad y prosperidad”.
De hecho, la Iglesia en Cuba “invita a todos los hombres a dejarse encontrar por Jesucristo, “nuestra esperanza”. (1 Tim 1,1) y a trabajar juntos buscando el bien de todos, construyendo así una Nación donde todos vivamos como hermanos”.
Insistieron a los cubanos que “ante las difíciles realidades que, demasiadas de ellas, tienen que afrontar cada día” expresan su cercanía y aliento para seguir viendo el futuro con esperanza, porque “nos visitará el Sol que nace de lo alto” y, además, sale para todos.