José María Gil Tamayo, arzobispo de Granada, realizó su tradicional mensaje de Navidad enfatizando la necesidad de recuperar la alegría cristiana, una alegría auténtica y profunda que brota de la esperanza en Dios. Inspirándose en las palabras del papa Francisco, subrayó que “nos han robado la alegría a los cristianos, y es verdad. A veces, la alegría desaparece. Vamos como pidiendo el pésame por ser cristianos”.
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“Y podréis decir: ¡pero cómo nos habla usted de esperanza, como está el patio, cómo está nuestro mundo!. Sobre todo, ¿cómo le hablamos de esperanza a los que han sufrido y siguen sufriendo los efectos de la DANA?”, comparte el prelado, que va un paso más allá: “¿Cómo podemos hablarle de esperanza a los enfermos, a los que tienen tanto revés en la vida o viven en la pobreza, en la desigualdad? ¿Cómo hablarles de esperanza a los que están deprimidos?”. Justo después admite que “parece algo que incluso puede insultar, pero no”.
Tantas necesidades
Y es que, el arzobispo de Granada está convencido de que “la Navidad es un tiempo para ponernos a abrir el gran angular de nuestro corazón y mirar tantas necesidades y a los pobres de al lado. Y mirar también a los pobres del mundo, a los inmigrantes que andan buscando una vida mejor en lugares lejanos y que tienen tantos impedimentos”. En su reflexión también tiene presente a “en los escenarios de guerra en Ucrania, en Gaza, en Israel y ahora en Siria”, así como “tantos lugares desconocidos donde los derechos humanos son pisoteados”.
Ante esta realidad, Gil Tamayo llamó a aprovechar el tiempo de Navidad para hacer un paréntesis en medio de los problemas cotidianos y reencontrar la alegría verdadera: “Que la Navidad sea una fiesta de alegría, pero una fiesta de alegría basada en la esperanza”, apuntó.
Motivo de alegría
El arzobispo recordó que el motivo central de la Navidad es la certeza de que Dios está con nosotros. “Ese es el motivo de nuestra alegría. Dios nos quiere, está a nuestro lado y nos ayuda”, continuó.
El prelado animó a los fieles a renovar su confianza en el Señor, especialmente en un mundo lleno de sufrimientos y desafíos. Reconoció el dolor de quienes enfrentan pérdidas, pobreza, enfermedades y conflictos, pero insistió en que la esperanza cristiana no es un optimismo vacío, sino una fe sólida en la acción de Dios en nuestras vidas.
Solidaridad y compromiso
El mensaje navideño también miró hacia el próximo Año Jubilar 2025, que se celebrará bajo el lema Peregrinos de Esperanza. El arzobispo granadino invitó a los cristianos a vivir esta celebración como una oportunidad para profundizar en su fe y renovar su compromiso con los demás. En este contexto, destacó la importancia de abrir el corazón a las necesidades de los más vulnerables, desde los pobres y los inmigrantes hasta las víctimas de guerras y catástrofes. “Que nuestro cariño y nuestra caridad no terminen el 7 de enero, sino que se prolonguen a lo largo de todo el año“, pidió.
El arzobispo concluyó su mensaje con un deseo convertido en plegaria: “Pidámosle al Señor que nos dé esa paz a nosotros, a nuestro mundo y a nuestra sociedad, a nuestro país, para que no estemos tan crispados, tan polarizados“.