Han encomiado a quienes en las difíciles circunstancias velan por el bien común y “van prolongando con su sí a la vida, a la dignidad y a la paz”
Alfredo Infante, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, ha suscrito un mensaje de Navidad bajo una frase contundente: “Que nada ni nadie nos robe el sueño de una Venezuela justa y fraterna”.
En una clara alusión a la situación real que vive el país desde el 28 de julio, cuando el régimen chavista, liderado por Nicolás Maduro, se autoproclamó ganador de las elecciones presidenciales. Desde entonces la nación suramericana vive una pesadilla.
Más de 2000 presos políticos, entre estos cientos de menores; el virtual ganador de las elecciones, Edmundo González, en el destierro y la principal líder de oposición, María Corina Machado, en la clandestinidad, dan parte del ambiente de persecución y miedo vividos.
Por ello, los Jesuitas venezolanos han recordado a la gran mayoría de venezolanos que resisten en esta condiciones, que la Navidad “es conectarnos con el sí, el amén, de María y José. El Sí de María y José nos pone en sintonía con la moción de Dios: “hagamos redención del género humano”.
Asimismo han agradecido “a tantos hombres y mujeres testigos de fe, que oran y trabajan, y con su sí, con su amén, trabajan para que la justicia y la paz sean una realidad en nuestro país”.
Todos ellos “nos conectan con el sí de María y José y abren nuestra vida e historia a la gracia de Dios. Son un signo del Emmanuel y nos convidan a la solidaridad”.
Destacaron el valor de miles de madres venezolanas, quienes con su fuerza maternal “hacen milagros para sustentar y cuidar la vida de sus hijas e hijos”.
En especial, han abogado por aquellas que tienen a sus hijos menores recluidos en las cárceles solo por salir a protestar contra el fraude perpetrado por Maduro.
Son esas madres que “están en las puertas de las prisiones acompañando a sus hijos, apoyándose unas con otras, en vigilante espera aguardando con fe el reencuentro y abrazo de sus hijas e hijos”.
La crisis de la salud también afecta a miles de madres, que “velan a sus hijos enfermos en la precariedad de nuestros hospitales”. Mientras que los educadores deben ingeniárselas para seguir brindando una educación de calidad aún cuando reciben sueldos de miseria.
De igual forma médicos y enfermeras – señalan los jesuitas – buscan reinventarse para poder salvar vidas. Es una frontera difícil de delimitar, la crisis afecta a todos los sectores sin distinción.
Por eso, agradecieron a todos aquellos que en el anonimato velan por el bien común y “van prolongando con su sí a la vida, a la dignidad y a la paz”, porque “tejen con su amén la esperanza del reino”.
“Que el Sí de María y José nos siga iluminando”, toda vez que al ejemplo de los pastores del pesebre “nos pongamos juntos en camino” para llegar a las periferias sociales y existenciales el canto de los ángeles: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra Paz a los hombres y mujeres que ama el Señor”.