La guerra civil entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las Fuerzas de Apoyo Rápido desgarra el país desde hace 20 meses. Varios miles de muertos, millones de desplazados y una catástrofe humanitaria que se ha agravado por la sequía, la carestía y las epidemias son el saldo del conflicto más cruento del mundo en estos momentos.
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Se trata de la mayor crisis de humanitaria del mundo. Hasta 11 millones de afectados y unos tres millones de desplazados a otras partes de Sudán o sus vecinos (1,8 millones) para evitar que las milicias acaben con ellos. De hecho, se está produciendo un fenómeno de refugiados retornados, pues más de 650.000 de los afectados son sursudaneses que huyen de su país de asilo a su tierra natal para evitar de nuevo la miseria.
“Es una crisis invisibilizada porque no es mediática para la geopolítica de occidente. Sin embargo, de continuar, la dimensión de muertos y afectados va a ser enorme“, explica Fátima Zidan, responsable de África en el equipo de Cooperación Internacional de Cáritas.
Según datos de la ONU, 30,4 millones de sudaneses están en situación de necesidad. El país requiere 4.200 millones de dólares, cuando los planes regionales de la ONU para la zona sólo alcanzan los 1.800. Las ONG cifran que el 30% de la población de la zona sufre malnutrición y 800.000 personas, hambruna, a pesar de la existencia de un plan internacional de prevención en este sentido. También, se han producido brotes de cólera.
Oleadas de refugiados
Cáritas trabaja para garantizar la disponibilidad de bienes esenciales, hace entregas de dinero para que las personas puedan cubrir necesidades inmediatas, crea infraestructuras de agua y saneamiento, ofrece kits de higiene y desarrolla planes de protección de menores.
Mientras, el conflicto se recrudece y la solución es una escapada sin destino conocido. Egipto, Chad, Sudán del Sur, República Centroafricana o Etiopía se han convertido en lugar de destino de millones de refugiados. Jaime Moreno es un jesuita que ha trabajado en los campos del Chad que reciben a estos refugiados. “El problema es que había una serie de campos estabilizados con casi 20.000 personas cada uno, pero siguen llegando personas en oleadas“, concreta. La ONU encargó al Servicio Jesuita de Atención al Refugiado que velara por la educación de los menores en los campos, como una forma de evitar exponerles al peligro.
Los nuevos refugiados que recalan en la zona instalan precarias tiendas junto a los campos. La exigencia de visados para controlar la circulación les impide acceder a las ayudas de los recintos. Así, muchos migrantes, sobre todo, mujeres y niños, prefieren huir al bosque para poder ganarse la vida lo que les hace entrar en conflicto con las poblaciones locales con las que se han producido episodios de violencia.
Violencia y clima, motores de las crisis
La Organización de las Naciones Unidas presentó la semana pasada el informe de Panorama Global Humanitario de 2025. Recoge que más de 305 millones de personas en el mundo se encuentran en situación de necesidad y existen unos requerimientos asistenciales de 47.400 millones de dólares. Actualmente, la institución detecta 24 espacios en el mundo con necesidades humanitarias que requieren planes de respuesta.
El informe señala que los principales impulsores de las crisis humanitarias son los conflictos bélicos y el cambio climático. Cuatro de cada cinco civiles muertos en 2024 lo hicieron en espacios en los que existe algún tipo de llamamiento humanitario. 123 millones de personas resultaron desplazadas forzosamente de sus casas a causa de la violencia, 280 millones sufren algún tipo de inseguridad alimentaria y 400 millones de niños vive en espacios de enfrentamiento.