Luego de la aprobación de una nueva ley que permite la explotación de la minería en El Salvador, la Iglesia en ese país llamó a las autoridades de ese país a reconsiderar su decisión, advirtiendo graves riesgos para la población y para el medio ambiente.
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Y es que, el pasado 23 de diciembre, el Poder Legislativo de El Salvador aprobó en la última sesión la Ley General de Minería Metálica, que solo espera la firma del presidente Nayib Bukele y su publicación en el Diario Oficial para entrar en vigor.
En 2017, El Salvador prohibió la explotación minera para proteger el medio ambiente de la contaminación que produce dicha industria; no obstante, para el presidente Nayib Bukele, se trata de una restricción absurda que no permite aprovechar el “gigantesco tesoro que Dios colocó bajo nuestros pies”.
Una ley contraria a la voluntad del pueblo
En medio de la solemnidad de la Natividad del Señor, los obispos de la provincia eclesiástica de El Salvador lamentaron que se haya aprobado la ley sin escuchar a la población.
“Es una acción que contraviene la voluntad del pueblo y que ignora su victoria alcanzada en el año 2017, logrando que se aprobara una ley que prohibiera la explotación minera, protegiendo de esa manera la vida y la salud de nuestra nación”, recordaron los obispos.
Por ello, pidieron a las autoridades reconsiderar su decisión y derogar esta nueva ley de la minería, “la cual producirá muchas víctimas, comenzando por las personas más vulnerables, pero que luego dañará todos, incluyendo el sufrimiento a las nuevas generaciones, y los costos mortíferos del medio ambiente”.
También expresaron su cercanía al pueblo salvadoreño, asegurándole que la Iglesia los acompañará siempre en la defensa de la vida y del bien común, particularmente de los más más pobres.
Daños devastadores
Los obispos de El Salvador recordaron que “la extracción de los metales se realiza utilizando grandes cantidades de agua en la que se diluyen grandes porciones de cianuro, arsénico, mercurio y ácido sulfúrico, todos ellos son necesarios para disolver la roca y separar de ella el oro; esos químicos son sumamente tóxicos y letales. Después del proceso de extracción queda la gran cantidad de agua convertida en veneno letal. Veneno que perdura por siglos y conserva su letalidad. Se procura retener esa agua venenosa en grandes pilas, pero por uno u otro motivo termina derramándose y contaminando de la peor manera”.