El jubileo tiene sus raíces en el Levítico (25,10), que instituye un año de gracia cada 50 años, destinado a la liberación de esclavos, el perdón de deudas y la restauración de la propiedad familiar. Aunque esta práctica no se trasladó directamente al cristianismo, Jesús la retomó simbólicamente al proclamar un año de gracia del Señor. El primer jubileo cristiano fue convocado por Bonifacio VIII en 1300, ofreciendo indulgencia plenaria a los peregrinos que visitaran las basílicas de San Pedro y San Pablo. Se estima que más de dos millones de personas participaron, un evento sin precedentes que el cardenal Jacopo Stefaneschi documentó en su obra De Centesimo seu Jubileo anno liber.
El impacto fue tal que en 1343 Clemente VI redujo el intervalo entre jubileos a 50 años. Posteriormente, el jubileo pasó a celebrarse cada 33 años en memoria de la vida de Cristo, y finalmente cada 25 años, estableciendo así una tradición que perdura. Desde entonces, las celebraciones han evolucionado, incluyendo peregrinaciones, veneración de reliquias y la visita a las siete principales iglesias de Roma, siguiendo el ejemplo de San Felipe Neri.
Un elemento clave introducido en 1425 por Martín V fue la apertura de la Puerta Santa en San Juan de Letrán, extendida más tarde a las otras basílicas principales.
No es la única novedad de este jubileo que convoca a nuevos colectivos y que por primera vez traerá a Roma una gran procesión por las calles de la comunidad el próximo 17 de mayo con cofradías como la de la Esperanza de Málaga o el Cachorro de Sevilla. Pero relacionado con la Puerta Santa, el papa Francisco, que en jubileo extraordinario de la misericordia extendió este símbolo a todas las catedrales del mundo, en esta ocasión ha añadido una más a las de las cuatro basílicas mayores romanas.
Una representación que ha incluido, por primera vez en la historia, a cinco personas de otras confesiones cristianas que han acompañado al pontífice haciendo el recorrido de los peregrinos. Este grupo se ha sumado a la nutrida delegación convocada por el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos para destacar que en 2025 se cumple el 1700 aniversario de la celebración del primer Concilio Ecuménico, el Concilio de Nicea, y cuyo credo comparten todos los cristianos.
“Para ofrecer a los presos un signo concreto de cercanía, deseo abrir yo mismo una Puerta Santa en una cárcel, a fin de que sea para ellos un símbolo que invita a mirar al futuro con esperanza y con un renovado compromiso de vida”, señalaba el propio pontífice en bula del jubileo. Esta puerta finalmente está en la cárcel de Rebbia, donde Francisco celebró el pasado Jueves Santo. Esta gran prisión, la mayor de Italia, acoge a 1.585 reclusos organizados en cuatro instituciones penitenciarias diferentes. Para la directora, Teresa Mascolo, esta puerta es “una apertura de espiritualidad y justicia, un lugar de acogida al servicio de la fraternidad del mundo y representa también una metáfora de espiritualidad, en el signo del compromiso por la igual dignidad de todos“.
Además, la celebración incluye procesiones destacadas, como la del 17 de mayo, que contará con cofradías de España, entre ellas la Esperanza de Málaga y el Cachorro de Sevilla. Las actividades pastorales se extienden también a las diócesis de todo el mundo, implicando a diversos grupos y colectivos.
El jubileo no solo es un evento espiritual, sino también un motor económico. Se espera la llegada de más de 32 millones de peregrinos, lo que ha impulsado numerosas obras en Roma, incluida una plaza peatonal junto al Castel Sant’Angelo y la mejora de la infraestructura urbana, aunque solo algunas de las 322 obras previstas se han completado.