“Es inaceptable utilizar a los migrantes o refugiados como arma política, cuando ya acumulan dolor por el desarraigo y el abuso de las mafias”. Sin circunloquio alguno, el arzobispo de Santiago, Francisco José Prieto ha sacado la cara hoy por quienes llegan de fuera a nuestro país en la eucaristía del llamado Acto de Traslación de los restos del Apóstol.
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Es más, el pastor hizo un llamamiento a los católicos para que “alcen la voz sin miedo en defensa de quien está sufriendo” y a abanderar la “necesaria acogida e integración de las personas migradas”. Para el prelado, se trata de un imperativo vital para “no perder la sensibilidad evangélica”. En esta misma línea, ha subrayado la necesidad de acoger “desde la legalidad y la fraternidad” a refugiados y migrantes.
Verdad, justicia y vida
Prieto también tuvo presente en su homilía a diferentes colectivos vulnerables, desde quienes padecen la guerra a las víctimas de la trata, pero también a quienes no tienen un trabajo seguro.
A la par, se ha detenido a reflexionar en las consecuencias de la DANA que azotó hace dos meses nuestro país, para elevar una oración por las víctimas y sus familias. De la misma manera, su plegaria se dirigió a quienes sufren algún tipo de adicción “que tanto esclavizan la libertad y la dignidad de las personas”. También ha pedido la intercesión del Apóstol para eliminar la violencia contra niños y mujeres que “arrasan con la verdad, la justicia y la vida”.
Más que sobrevivir
Con la mirada puesta en el Jubileo 2025, también reivindicó la necesidad de promover “una esperanza encarnada y comprometida que permita recuperar una sociedad en la que vivir sea más que sobrevivir”.
En su alocución, el arzobispo compostelano tuvo presente a los políticos, a quienes pidió que “dediquen sus mejores esfuerzos a las exigencias del bien común y al empeño de construir una sociedad en paz, cimentada en la verdad, la justicia y la libertad, sin extremismos ni exclusiones”. Junto a esta petición, también les instó a “servir sea siempre el horizonte de la responsabilidad social, por encima de las legítimas diferencias políticas”.