El cardenal Cobo: “No convirtamos la esperanza en la exigencia de algo rácano e inmediato”

El arzobispo de Madrid preside la apertura del Año Santo en la catedral de la Almudena

El cardenal de Madrid, José Cobo, durante la apertura del Jubileo 2025

“Somos parte de una historia abierta a la eternidad. Ese es el Jubileo. En esa historia hemos sido incorporados”. Con estas palabras el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, hizo partícipes ayer a todos los feligreses presentes en la catedral de la Almudena de la importancia del Año Santo que el papa Francisco abrió en Nochebuena y que ayer tuvo su réplica en todas las diócesis del planeta.



A las doce de la mañana, el purpurado presidió una eucaristía que estuvo concelebrada, entre otros, por los obispos auxiliares, Juan Antonio Martínez Camino, Vicente Martín y José Antonio Álvarez, el obispo electo de Segovia y auxiliar de Madrid, Jesús Vidal.

¿Deseos genéricos?

“No reduzcamos la vida al presente, no convirtamos la esperanza en la exigencia de algo rácano e inmediato”, expuso Cobo.  Adentrándose en el sentido que el Pontífice argentino ha querido dar a estos doce meses con los que la Iglesia busca propiciar una purificación de los creyentes, el cardenal recordó que “el Papa nos ha invitado a sembrar esperanza en muchos ámbitos de nuestras vidas”.

Para el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, “suena sencillo y es una tentación reducir la esperanza a buenos deseos genéricos”. “Ojalá que ocurran, que las cosas mejoren y que la gente más necesitada sufra menos. Pero, ¿no os parece que con solo decirlo es insuficiente?”, preguntó a cuantos estaban en el templo.

El cardenal de Madrid, José Cobo, durante la apertura del Jubileo 2025

El cardenal de Madrid, José Cobo, durante la apertura del Jubileo 2025

De la misma manera, Cobo reclamó una mayor audacia en la Iglesia, teniendo en cuenta que “la esperanza no es un vacuo sentimiento que anhela cosas, no es nostalgia ni una última forma de resignación cuando no queda otra cosa”. “La esperanza es la lucidez para ver todas las posibilidades que germinan en el corazón de nuestro mundo, la esperanza es la confianza en que el bien de Dios va creciendo y es también el compromiso personal para hacer lo posible para entrar en el proyecto de Dios”, expuso.

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