El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, abrió ayer Año Jubilar de la Esperanza en la catedral de Barcelona en una misa solemne en la que estuvo acompañado por los obispos auxiliares Javier Vilanova y David Abadías. La eucaristía de una procesión desde la iglesia de Sant Felip Neri en la que participaron representantes de cada uno de los ocho templos jubilares que se han designado en la archidiócesis para este tiempo de gracia.
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“¿Cómo seremos testigos de la esperanza, de la esperanza feliz de Jesucristo Resucitado?”. Es la pregunta que lanzó el purpurado a los fieles presentes, a quienes ofreció una respuesta múltiple.
Trabajando con sencillez
Por un lado, invitó a los católicos barceloneses a “trabajando con sencillez y valentía para decir no a una economía de la exclusión, diciendo no a la idolatría del dinero, de un dinero que gobiernan y mandan en lugar de servir”. Por otro lado, en una propuesta igualmente práctica, Omella planteó la necesidad de “luchar contra toda forma de iniquidad, de injusticia, puesto que la iniquidad siempre genera violencia”. “Sí, es dándose, saliendo del mismo egoísmo como se es testigo de esperanza”, remarcó el purpurado.
La tercera vía jubilar que expresó Omella pasa por “buscar dentro de nosotros mismos la fuente de la alegría y de la esperanza, fuente viva que es Dios, solo Dios”. “Si en nuestra vida vamos introduciendo momentos de quietud silenciosa y orante, momentos de contemplación, bajo la mirada siempre amorosa de Dios, cambiará desde dentro de la calidad espiritual de nuestra vida, y crecerán, con raíz profunda, la alegría verdadera y la esperanza”.
No estamos solos
“Será entonces cuando la fuerza de Dios que nos habita, nos ayudará poderosamente a vencer todo cansancio, toda desgana, todo pesimismo, puesto que no estamos solos”, enfatizó el cardenal, desde el convencimiento de que “Él vive escondido en nosotros, con su vida gloriosa e inmortal”.
“La Esperanza no defrauda y se enraíza en el amor de Cristo que tanto nos amó que se hizo uno de nosotros para salvarnos”, apuntó Omella, como alternativa a los “vientos fuertes de increencia y desesperanza, en todos los terrenos de la vida”. “Serán tiempos de frío creciente, cuanto más nos alejemos de Dios, del fuego de su amor”, alertó.