El canadiense Timothy P. Schmalz (Elmira, Ontario, 1969) lo admite sin dudar: “Mi mente, mi corazón y mi alma están enfocados en glorificar a Dios a través de las obras de arte”. Por eso, se presenta como “escultor católico”. Es más: es el escultor católico que está en todas partes. En Florencia, en Cafarnaúm, en Nueva York, en Roma… “La escultura es solo la piel que cubre una idea, una creencia y una verdad”, proclama.
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En el Vaticano, en plena plaza de San Pedro, instaló en 2019 su ‘Angels Unawares’ (Ángeles sin saberlo), una embarcación repleta de migrantes de distintas razas y diversos períodos históricos. Y en el centro un ángel, identificable por las alas que emergen hacia el cielo. Schmalz señaló así el desafío evangélico de la acogida: “Sed acogedores con los extranjeros, porque muchos han hospedado ángeles sin saberlo” (Heb 13, 2).
Schmalz está entregado –y empeñado– en renovar la escultura devocional. Parte de un lenguaje iconográfico renacentista y de una búsqueda constante de nuevas interpretaciones, de miradas que hacen reflexionar, sentir, creer. “Hago todo lo posible por ver un concepto con una perspectiva nueva. Creo que así es como se pueden encontrar formas creativas de celebrar al Creador”, sostiene el artista.
La Biblia es siempre el origen. Con la también monumental ‘Let the Oppressed Go Free’ (Dejemos libres a los oprimidos), esta vez en la catedral de Saint Patrick, en Manhattan, reflexiona –y todos nosotros con él– acerca de la trata de personas: “El ayuno que yo quiero es este: que abras las prisiones injustas, que desates las correas del yugo, que dejes libres a los oprimidos, que acabes con todas las tiranías” (Is, 58, 6).
“Es una representación de santa Josefina Bakhita, la santa sudanesa, levantando el subsuelo y dejando libres a más de un centenar de oprimidos de nuestros días”, revela. Víctimas del tráfico sexual, de órganos, niños soldados y niñas novias, incluso un recién nacido. Es toda una denuncia, también un homenaje a las religiosas de Talitha Kum, la Red Internacional de la Vida Consagrada contra la Trata de Personas. “Las hermanas me mostraron esperanza, porque se enfrentan cada día a las verdaderas víctimas de la trata. Te reúnes con ellas, y siguen teniendo esa chispa absoluta de alegría y luz en sus ojos”, confiesa.
El artista recurre, como describe, a “temas épicos para crear un arte épico”. Grandes esculturas en bronce –y de tamaño monumental– que, como le gusta decir, “traducen visualmente la Biblia”. Algunas han marcado un hito. “Creo que si soy capaz de crear una escultura con belleza e intensidad a la vez, llevará a mucha gente a la Palabra de Dios”, añade.
También figuras del Nuevo Testamento. Una de sus primeras obras de repercusión internacional fue ‘Homeless Jesus’ (2013), en la que representó a Jesús como un vagabundo que duerme en el banco, con las heridas de la crucifixión visibles en sus pies descalzos. Creada para el Regis College de la Universidad de Toronto, hay casi un centenar de copias en bronce instaladas en todo el mundo, incluida la catedral la Almudena, en Madrid, o frente a la iglesia de Santa Anna en Barcelona. “Bella y excelente representación de Jesús”, la describió el papa Francisco.
Ahora prepara un colosal Vía Crucis –catorce bronces en altorrelieve con representaciones a tamaño natural de Jesús el día de su crucifixión– que se mostrará, por primera vez, en la basílica de María Reina del Universo, en Orlando (Florida). A Schmalz no le basta con un ejemplar de las obras, lo que busca es que estén allí donde las reclamen, allí donde tengan algo que decir, allí donde sea necesaria la presencia de la fe en plena calle.