El obispo de la diócesis greco-católica del Donetsk –una de las zonas con más presencia rusa de la Ucrania ocupada–, el salesiano Maksym Ryabukha, ha dado inicio al Año Jubilar en la ciudad de Kramatorsk, a 20 kilómetros de la frontera marcada por el ejército ruso. El prelado ha abierto de par en par en la puerta de la catedral para que se convierta en “signo de esperanza” en una región donde las alarmas y los disparos no dejan de sonar.
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La cercanía de la Iglesia
Ryabukha, señala a ‘Vida Nueva’, no ha podido iniciar el jubileo en la sede de la diócesis ya que aún no ha podido entrar en Donetsk desde que fue nombrado primero, en 2022, obispo auxiliar. También en torno a la iglesia de Kramatorsk se siente el control de los soldados del Kremlin cuando se ha repetido este signo el domingo, 29 de diciembre, junto a las diócesis de todo el mundo. En el templo se ha preparado una corona y un cartel con la bandera ucraniana y la expresión: “Rezad por Ucrania”.
En la celebración ha participado un grupo de fieles avisados de forma discreta ya que no han querido, por seguridad, no han podido hacer una convocatoria pública. Aún así, se reunió un gripo de jóvenes, ancianos, madres con niños o soldados. Para Ryabukha esta puerta “es un signo de esperanza para toda la región”. “La esperanza es nuestra mayor fuerza, porque nos da el valor de ir más allá de lo contingente y de la debilidad humana”, señala el salesiano al diario Avvenire. Ahora, la iglesia de “Kramatorsk es una encrucijada para todos nuestros fieles y, por tanto, es una especie de faro tanto para los territorios libres como para los ocupados”, relata.
“Nuestro pensamiento está con los que viven en los territorios ocupados: cada uno de ellos sabe que, aunque no pueda pasar por las Puertas Jubilares, podrá vivir el Jubileo con la oración y la comunión espiritual”, apunta el prelado que presidirá celebraciones en las ciudades de Dnipro y Zaporizhzhia –y lamenta no poder hacerlo en la ocupada Lugansk–. “Estos momentos nos hacen sentir la cercanía de toda la Iglesia y nos recuerdan que el Señor está cerca de nosotros y quiere nuestro bien”, sentencia el obispo.