“La indulgencia no se gana, es un regalo. Sólo hay que querer recibirlo y prepararse para ello”. Con estas palabras, el cardenal arzobispo de Rabat, Cristóbal López, explica a los feligreses de la archidiócesis marroquí en que consiste una de los hábitos más arraigados vinculados a los jubileos.
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“Ojo, todavía oímos a gente decir que tenemos que ‘ganarnos’ la indulgencia jubilar”, advirtió a cuantos participaron en la apertura del Año Santo en la catedral el pasado domingo. “Debemos prohibir absolutamente la palabra ganar en este contexto”, dijo justo después, remarcando que “no ganamos nada, lo recibimos todo”.
Perdón y reconciliación
En esta misma línea, explicó que “las condiciones que se indican para recibir la indulgencia son condiciones preparatorias; se trata de limpiar y preparar el recipiente que estamos para recibir la gracia de Dios en óptimas condiciones”.
Para el purpurado salesiano, “cuando decimos que el jubileo nos ofrece la indulgencia plenaria, significa que tenemos la oportunidad, durante este año, de sumergirnos total y plenamente en la gracia de Dios, en el don y don que Dios nos hace de su perdón y reconciliación, de participación en su vida”.
No a la mediocridad
Ahondando en la invitación del papa Francisco para vivir el Año Santo desde el “Peregrinos de la esperanza”. López subrayó que “la esperanza es incompatible con la mediocridad y la pereza y que no hay que confundir la esperanza cristiana con ‘un final feliz que hay que esperar pasivamente’”.
Con la mirada puesta en Jesús, María y José, el cardenal incidió en que son “modelo para todas las familias humanas”, pero no “porque hayan tenido una vida fácil y sin dificultades”. “Al contrario, atravesaron situaciones muy difíciles: pobreza, persecución, emigración a Egipto, pérdida del Niño durante la peregrinación a Jerusalén…”, recordó el pastor, que subrayó cómo la familia de Jesús supo “vivir en comunión, como comunidad de vida y amor”.
Por eso, instó a todos los presentes vivir “construir la unidad desde la diversidad, vivir en comunión enriqueciéndonos unos a otros compartiendo nuestra vida”. “Que la Sagrada Familia sea para nosotros modelo , fuente de inspiración y fuerza para avanzar siempre en el seguimiento de Cristo y hacia el Reino de Dios, con toda la humanidad”, deseó el cardenal de Rabat.