Desde el pasado 28 de diciembre hasta este 1 de enero se ha desarrollado en Tallin, la capital de Estonia, el 47º Encuentro Europeo de Taizé reunió a más de 3.500 jóvenes de 45 nacionalidades diferentes bajo el lema “Esperar más allá de toda esperanza”. Una cita cuyas oraciones principales cada tarde han tenido lugar en la pista de hielo de Tondiraba, reuniendo a 1.200 polacos, 450 alemanes, 250 ucranianos, 200 croatas y 150 franceses jóvenes católicos que han llegado a un país donde en torno al 70% de la población se declara agnóstica –haciendo muy compleja la organización de la diócesis de la acogida por parte en familias–.
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En la frontera rusa
Esta cita, a las puertas de Rusia, ha servido para mostrar el testimonio de los jóvenes europeos, entre ellos muchos ucranianos, en pro de la reconciliación y la paz a través de la oración animada por la comunidad ecuménica de Taizé. La cita del año que viene tratará de llevar la esperanza más cerca de la sede de los monjes ya que el próximo encuentro se celebrará en París –implicando a las ocho diócesis de la región de Île-de-France–, del 28 de diciembre de 2025 al 1 de enero de 2026. Por ello, el arzobispo de París, Laurent Ulrich, participó en la oración del día 30 e invitó a todos los jóvenes a la ciudad del Sena, en “un país que produce más de 1.600 tipos de quesos diferentes” –bromeó el prior de Taizé en su anuncio–.
en las distintas oraciones se han compartidos testimonios de esperanza en medio de las dificultades, como ha sido el caso de los ucranianos que ahora han incrementado la comunidad de la pequeña iglesia greco-católica ucraniana de Tallin. Y es que, en Estonia, los recuerdos siguen profundamente marcados por la ocupación soviética del siglo XX por lo que empatizan mucho con la situación ucraniana a la vez que tratan de mantener la convivencia con las comunidades rusófonas, que representan el 30% de la población, ante las tensiones que han ido creciendo, según recoge La Croix. Ahora bien, los organizadores han lamentado que no haya sido posible obtener ni un solo visado para los jóvenes rusos deseosos de participar dada su cercanía –frente a otros regímenes autoritarios como Bielorrusia–.
En esto han sido aliados los jóvenes del encuentro ya que reunir a gente de toda Europa para rezar y reflexionar sobre temas comunes es el sello distintivo de los encuentros. Para ellos, cada día los peregrinos han compartidos sus reflexiones en pequeños grupos de diferentes nacionalidades como se hace en los veranos de Taizé y al final del día el Hermano Matthew, prior de la comunidad, ha compartido también sus reflexiones con otros líderes de las iglesias locales como el arzobispo Urmas Vilmaa de la Iglesia Evangélica Luterana de Estonia. El prior se ha referido a los jóvenes rusos que no han podido participar: “No podemos olvidarlos”, señaló al presentar el gesto de un grupo de voluntarios que han ido al final del encuentro a Narva, la ciudad fronteriza del noreste de Estonia porque allí, “junto con nuestros hermanos cristianos del otro lado de la frontera, rezaremos por la paz”.