El papa Francisco arrancó las audiencias jubilares de este Año Santo con un encuentro mantenido esta mañana en la Sala Clementina con los miembros de la Unión Italiana de Ciegos y Discapacitados Visuales. Y lo hizo con una energía que no esperaban los asistentes al encuentro. Y es que, nada más empezar, les pidió que repitieran el lema del Jubileo. “¡No os oigo!”, les insistió, hasta que logró que su auditorio gritó: “¡Peregrinos de la esperanza!”.
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“La palabra ‘peregrinos’ os hace pensar en caminar, por eso me gustaría desearos que seáis siempre personas en movimiento en todas las edades: niños, jóvenes, adultos, ancianos”, expuso el Pontífice que los animó a no estar “nunca parados, nunca llegados, siempre con ganas de seguir adelante”.
Un lugar santo
Justo después, aclaró que el peregrino es “alguien que no sólo camina, sino que tiene una meta, y un destino particular: la meta del peregrino es un lugar santo, que le atrae, que le motiva el camino, que le sostiene en su esfuerzo”.
En esta catequesis sobre el jubileo, recordó que la Puerta Santa “representa a Jesucristo, su Misterio de salvación, que nos permite entrar en una vida nueva, libres de la esclavitud del pecado, libres para amar y servir a Dios y a los demás”.
La verdadera alegría
Además, les invitó a vivir la alegría del Evangelio, “que llena el corazón y lo calienta, una alegría que es paz, bondad, ternura”. “La alegría de Jesús es así y sólo Jesús puede dar esta alegría”, subrayó. Con este punto de partida puso como ejemplo a seguir a varios santos, como Francisco y Clara de Asís, Teresa del Niño Jesús, Pier Giorgio Frassati, al que canonizará este año. un joven turinés que vivió hace cien años. Sobre la carmelita francesa, aclaró que “estaba tan enamorada de Jesús que quiso viajar por todo el mundo para anunciarlo a todos, y descubrió que la manera de hacerlo debía convertirse ella misma en amor, en una vida consagrada a la oración y al servicio de sus hermanas”.
“Sigamos este camino y también nosotros seremos pequeños signos de esperanza para quienes nos encuentren. Este es el deseo que pido para mí y para ti”, recomendó el Papa a todos los presentes, antes de concluir el encuentro.