Comienza el año y el papa Francisco vuelvo con su iniciativa del Vídeo del Papa que en este mes de enero defiende el derecho a la educación de los niños y jóvenes que, a causa de las migraciones, los desplazamientos producidos por las guerras y la pobreza, carecen de cualquier tipo de instrucción. En el vídeo de la Red Mundial de Oración denuncia una auténtica “catástrofe educativa” que ha dejado sin escuela a unos 250 millones de niños y niñas.
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En efecto, los niños y jóvenes que migran o se desplazan a causa de las guerras se enfrentan a interrupciones en el proceso de su educación debido a la necesidad de huir de su tierra natal. El Papa defiende en el video que “todos los niños y jóvenes tienen derecho a ir a la escuela, sin importar su situación migratoria”. En ocasiones anteriores, el Pontífice ha pedido que se asegure a los migrantes y refugiados “el acceso regular a la educación primaria y secundaria”, así como “la permanencia regular al cumplir la mayoría de edad y la posibilidad de continuar sus estudios”. Esto se refleja en el vídeo, que cuenta con imágenes de los centros educativos realizados por la Fundación AVSI para niños refugiados -en su mayoría sirios- en Jordania y Líbano. Hay escuelas salesianas en Palabek, en Uganda, donde el 60% de los migrantes procedentes de Sudán del Sur tiene menos de 13 años. Está el Instituto Madre Asunta, de Tijuana, en la frontera entre México y Estados Unidos, dirigido por la familia scalabriniana, al que acuden menores procedentes de diversos países latinoamericanos. Está el compromiso, en diversos continentes, del JRS, el Servicio de los jesuitas para los refugiados, presente también en el este de Chad, junto a generaciones enteras nacidas y criadas en los campos de refugiados. Están los voluntarios de la Asociación Papa Juan XXIII, que acompañan en el estudio a los menores llegados a Grecia e Italia a través de las rutas migratorias.
La intención de oración del Papa Francisco para el mes de enero refleja uno de los temas principales de su pontificado, la preocupación por los migrantes y los refugiados, que nace de las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo (25, 35): “Fui forastero y me hospedasteis”. Por eso, en su videomensaje, el Pontífice advierte: “No olvidemos nunca que quien acoge al forastero, acoge a Jesús”.
Texto íntegro
Hoy se vive una “catástrofe educativa”. Y no es exageración. A causa de las guerras, las migraciones y la pobreza, unos 250 millones de niños y niñas carecen de instrucción.
Todos los niños y los jóvenes tienen derecho a ir a la escuela, sin importar su situación migratoria.
La educación es una esperanza para todos: puede salvar a los migrantes, a los refugiados, de la discriminación, de las redes de delincuencia y de la explotación… ¡Tantos menores explotados! Y ayudarlos a integrarse en las comunidades que los estén acogiendo.
La educación nos abre puertas a un futuro mejor. Y así, los migrantes y refugiados pueden contribuir a la sociedad, ya sea en su nuevo país o en su país de origen, si deciden regresar.
Y no olvidemos nunca que quien acoge al forastero, acoge a Jesucristo.
Oremos para que migrantes, refugiados y afectados por las guerras vean siempre respetado su derecho a la educación, educación necesaria para construir un mundo más humano.