Simona Brambilla, religiosa italiana de las Misioneras de La Consolata, ha roto el celofán este 6 de enero tras ser nombrada por el papa Francisco como la primera mujer prefecta de un dicasterio vaticano.
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En este caso, estará al frente del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, junto con el cardenal salesiano Ángel Fernández Artime, quien será proprefecto.
Noticia que ha caído muy bien a la vida consagrada en América Latina. Así ha dicho Gloria Liliana Franco, presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos (CLAR), “es un don de Dios”.
Para la religiosa colombiana, el nombramiento de Brambilla se convierte en “una verdadera epifanía”, puesto que “era algo que estábamos esperando y nos hace mucho bien que una mujer como la hermana Simona, buena, centrada en Dios, que ama su vocación misionera esté acompañando y animando esta travesía”.
Sabe que son muchos los desafíos y más en una coyuntura “especialmente compleja la de la vida religiosa en este momento de la historia”.
No obstante, está consciente de que la nueva prefecta “estará revestida por la fuerza que le da Jesús, gracias a toda esa cantidad de dones maravillosos que Dios le regaló, hará un servicio que nos va a llenar de alegría, de esperanza”.
Franco además apuntó que esta designación inyectará entusiasmo “a nuestra vocación”, por ende, permitirá “una relectura y resignificación de las estructuras y de los modos relacionales” en la vida religiosa a partir del proceso sinodal.
Pasos firmes
José María Loyola, superior general de los Misioneros del Espíritu Santo y vicepresidente de la CLAR, también ha celebrado esta designación que “brota de lo más hondo, es una profunda y sorpresiva alegría”.
Al punto –dice el sacerdote mexicano– es un regalo del Espíritu que a través del Papa Francisco que “se nos da a toda la Iglesia y, en particular, a la vida consagrada y las sociedades de vida apostólica”.
“Es un gesto claro y contundente que nos orienta a tener fe en el porvenir y nos moviliza a seguir peregrinando y haciendo viva una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa”, añadió.
Loyola aseguró que se ha saldado una deuda con la mujer y la vida femenina de la Iglesia, que visibiliza “la riqueza del papel de la mujer en el ejercicio de la animación, liderazgo y autoridad en la Iglesia en funciones esenciales”.
También con este golpe de timón, Francisco da un campanazo a todos: institutos, comunidades, ministerios y misiones, conferencias episcopales y hasta iglesias locales, para que “demos pasos firmes en la corresponsabilidad con osada libertad”.
Devolver el rostro sinodal
Daniela Cannavina, secretaria general de la CLAR y religiosa de la Hermanas capuchinas de la Madre Rubatto, agradeció al Papa este gesto profético. Cuenta que “en la última Asamblea sinodal, se destacó que, aunque hay mujeres que ejercen funciones de autoridad o son líderes de comunidades en muchos ámbitos, otras aún encuentran obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno en la Iglesia”.
Por ello, este “gesto valiente” de Bergoglio lanza al ruedo “lo dialogado y discernido” en aula Pablo VI, dando pasos firmes para “la apertura de nuevas puertas y un modo de ser Iglesia más inclusivo, a pesar de las resistencias”.
“No cabe duda de que el reconocimiento otorgado a la Hna. Simona es un testimonio de la esperanza que caracteriza a nuestra Ecclesia Semper reformanda, que busca ser más inclusiva y comprometida con las causas que aún requieren transformación”, ha dicho.
Citando el Documento final del sínodo, suscribe que “no hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia”. Claro está, “lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse”. Bienvenido sea este impulso del Espíritu, que devuelve a la Iglesia su rostro sinodal.