En las elecciones celebradas en septiembre en Austria, el Partido de la Libertad (FPÖ), formación de ultraderecha liderada por Herbert Kickl, aglutinó la mayoría de los votos, con un 28,8% del total. Pese a ello, el presidente federal, Alexander van der Bellen, encargó al Partido Popular Austriaco (ÖVP), la segunda fuerza más votada, que tratara de formar un Gobierno de coalición.
Tras varios meses de negociaciones con socialdemócratas y centristas, estas encallaron definitivamente y, el 6 de enero, Van der Bellen se vio obligado a proponer a Hickl que tratase de conformar un Ejecutivo, siendo la primera vez, desde el fin de la II Guerra Mundial, que la ultraderecha está a punto de regresar al poder.
Ante la evidencia de que el FPÖ basa buena parte de su discurso en un nacionalismo excluyente y en el que se apela a la “identidad cristiana” del país, viendo como ajenos a esta especialmente a los musulmanes que residen en Austria, el cardenal de Viena, Christoph Schönborn, no se ha quedado de brazos cruzados y, en la tarde de ayer, 8 de enero, convocó al gran rabino Jaron Engelmayer y al presidente de la Comunidad Religiosa Islámica de Austria, Ümit Vural, en el Palacio Arzobispal.
En una imagen ciertamente simbólica, los tres líderes religiosos se fotografiaron tras suscribir un documento conjunto, la ‘Declaración de Viena’, en el que, como detalla Katolisch, portal oficioso de la Conferencia Episcopal Austriaca, se destaca “la cooperación de las comunidades religiosas en favor de la paz y la buena convivencia en la sociedad”.
En este sentido, frente a los discursos identitarios que tratan de parasitar la fe, católicos, judíos y musulmanes “condenan firmemente cualquier uso indebido de la religión para incitar o justificar el terror y la violencia”.
Desde el rechazo a “cualquier forma de discriminación y amenaza a la vida religiosa”, Schönborn, Engelmayer y Viral enfatizan que “todos están llamados a trabajar por una convivencia pacífica y respetuosa”.
Tras el acto, el cardenal vienés concedió una entrevista a Kathpress en la que recordó que el espíritu de la ‘Declaración de Viena’ ya se palpó en otro mensaje conjunto “tras el atentado terrorista del 2 de noviembre de 2020”, trabajando luego mano a mano las tres confesiones “en la difícil situación de la pandemia”.
De ahí que Schönborn reitere que “las religiones no son el problema, sino al menos una parte importante de la solución al problema”. Lo que, entre otras cosas, pasa por hacer un sano ejercicio de memoria histórica, en referencia a la persecución desatada en su país contra los judíos bajo el nazismo. Una “historia dolorosa” que, si se retrocede en el tiempo, también nos muestra “una larga, controvertida y belicosa historia con el islam”, con las cruzadas y las guerras de religión en un oscuro y triste recuerdo.
Por eso, siendo un hecho que en Austria hay muchos ciudadanos judíos y musulmanes, “es muy importante que nosotros, como cristianos, lo reconozcamos y digamos: ‘Esta gente es austriaca. Este es su país, igual que lo es nuestro’”. “Agradezcamos que crean en Dios e intenten orientar su vida en torno a los mandamientos de Dios. Es una base común importante para nuestra convivencia”, remachó el purpurado.
Un claro ejemplo de cómo la tensión política tiene su negativa resonancia en la convivencia religiosa se ha vivido estos días con las declaraciones de Johanna Mikl-Leitner, gobernadora de Baja Austria, que ha llamado a emprender la “lucha contra el islam”. Una afirmación que ha sido condenada por Peter Schipka, secretario general de la Conferencia Episcopal Austriaca, que ha argumentado que “la religión nunca debe ser un motivo para desacreditar a las personas”.
En este sentido, calificó las palabras de Mikl-Leitner como “inquietantes”, pues apelan a “luchar contra cientos de miles de conciudadanos a causa de sus creencias religiosas”.