El papa Francisco se ha sumado a las celebraciones por los 600 años de la llegada del pueblo gitano a España, en enero de 1425, con un mensaje. El pontífice saluda a todos los “primos y primas, tíos y tías”. Consciente de una historia “marcada por la incomprensión, el rechazo y la marginación” en la que “han descubierto la cercanía de Dios” que “peregrina en la historia con la humanidad y se ha hecho nómada con el pueblo gitano. El Niño Manuel —como llaman a Dios con nosotros— también nació en Belén bajo el signo de la persecución y la itinerancia”, destacó.
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Fin de los prejuicios
Francisco alabó que se ha desarrolla en España “un camino nuevo hacia una inclusión respetuosa con vuestras señas de identidad” si bien “todavía hay prejuicios que superar y situaciones dolorosas a las que hacer frente: familias que pasan necesidad y no saben cómo ayudar a sus hijos con problemas, chavorrillos que tienen dificultades para estudiar, jóvenes que no encuentran trabajos dignos, mujeres que sufren discriminación en sus familias y en la sociedad”.
“Ustedes están en el corazón de la Iglesia” reafirmó el Papa citando las palabras de Pablo VI en 1965. “Son hijos de la Iglesia, de esta Iglesia en la que muchas personas, gitanas y payas, se han comprometido con responsabilidad y cariño por el desarrollo integral del pueblo gitano; de esta Iglesia que desea seguir abriendo sus puertas de par en par, para que todos podamos sentirnos en ella como en casa; una Iglesia en la que ustedes puedan crecer en su fe cristiana sin renunciar a los mejores valores de su cultura”.
Caminando juntos
En este sentido alabó el trabajo de la Pastoral con gitanos desde las diversas realidades diocesanas. “Tienen mucho que aportar a la Iglesia y a la sociedad: el aprecio a las personas mayores y el sentido de familia, que se hace más fuerte en los momentos de dificultad; el cuidado por la creación, representada en vuestra bandera por el azul del cielo y el verde de la tierra; nuestra condición de peregrinos hacia la patria del cielo, simbolizada en la rueda de los carros en los que se desplazaban sus antepasados; la capacidad para mantener la alegría y hacer fiesta aunque haya nubarrones en el horizonte; el significado del trabajo —tantas veces malentendido— como un medio para vivir y no tanto para acumular”.
“Los invito a que caminemos juntos para evangelizar, para contagiar la alegría de vivir la fe, la esperanza y el amor cristianos, especialmente a los jóvenes que tienen dificultad para encontrar a Dios dentro y fuera de la Iglesia católica”, prosiguió el Papa. Además, instó, “caminemos juntos y mantengamos abiertas las puertas de nuestras comunidades a los primos y primas que ya no celebran la fe en la Iglesia católica, ofreciéndoles siempre la amistad y el diálogo propios de quienes estamos llamados a vivir en fraternidad, más allá de nuestras diferencias”, siguiendo el ejemplo de Ceferino Giménez Malla, El Pelé. “Opre Roma isi vaxt akana” (¡Arriba Gitanos! Ahora es el momento), añadió el Papa que pidió “que Undebel los bendiga, muy especialmente a los tíos y tías enfermos. Devlesa romá (Dios sea con los gitanos)”, concluye.