Maribel Fernández Gañán: “El nacional-catolicismo no da respuestas a los problemas actuales”

  • La filósofa y pedagoga palentina está ultimando ‘Armando Ríos’, novela  en la que se revindica la figura de Miguel de Unamuno
  • “La Iglesia no es solo la voz de la jerarquía, sino que es una orquesta bien afinada, y así lo ha demostrado a lo largo de los siglos”

Maribel Fernández Gañán: “El nacional-catolicismo no da respuestas a los problemas actuales”

La filósofa palentina Maribel Fernández Gañán, autora de los libros ‘Cordialidad pública’ y ‘Operación Unamuno’, está ultimando su siguiente obra, una novela titulada ‘Armando Ríos’ y en la que el legendario rector de la Universidad de Salamanca también tiene un papel prominente.



PREGUNTA.- En un tiempo marcado por la convulsión política y en el que a veces cuesta diferenciar lo que es real entre una maraña de bulos, desinformación y bilis, ¿hasta qué punto es necesario reivindicar para nuestro presente a figuras que siempre miraron por el bien común, como Miguel de Unamuno?

RESPUESTA.- El bien común es una idea que, aplicada a nuestro Estado de Derecho, es un concepto fundamental para entender nuestra sociedad. Miguel de Unamuno es una de nuestras figuras emblemáticas: rector, escritor, profesor, padre y esposo ejemplar. Amigo de sus amigos, implicado en la educación, Unamuno es una voz que, al menos en mi tierra, Castilla y León, está presente cada día en ciudades como Salamanca o Palencia.

Ante todo, destaco de él que empleaba gran parte de su tiempo en contrastar y verificar la información que, en el tiempo tan convulso que le tocó vivir, podía llegar distorsionada. En este sentido, es un ejemplo para los docentes que no nos permitimos impartir una clase sin antes dedicar un tiempo a contrastar los datos que compartimos con nuestros alumnos.

Movimiento reaccionario

P.- A lo largo de 2025 se conmemoran los 50 años desde la muerte de Francisco Franco. ¿España ha enterrado definitivamente el franquismo o, por el contrario, ganan cada vez más peso los que no disimulan que añoran la dictadura y trabajan con ahínco por debilitar nuestras instituciones democráticas?

R.- Recordemos que, ya en la misma época de la Transición, Torcuato Fernández Miranda y el mismo rey don Juan Carlos tuvieron que enfrentarse a un movimiento que no quería que la democracia y el progreso llegaran a ser valores de España y de nuestra monarquía.

Hay personas de ideología conservadora que también sufrieron en sus carnes esas zancadillas y a las que también deberíamos estar muy agradecidos como sociedad. Hay personas que ponen palos a las ruedas y que existen en cualquier momento y lugar, pero también valoro que son muchas más las que están deseosas de compartir valores que faciliten la convivencia.

Una bandera en el Valle de los Caídos Franco

P.- ¿Cómo puede contribuir la Iglesia a destensar este ambiente polarizado cuando cada vez tienen menos eco las voces de sus representantes?

R.- La Iglesia contribuye especialmente a través de los cristianos de base, de movimientos parroquiales, de las redes de madres católicas o de las órdenes religiosas que hacen su labor en silencio. También a través de la catequesis parroquial o movimientos como Cáritas. La Iglesia no es solo la voz de la jerarquía, sino que es una orquesta bien afinada, y así lo ha demostrado a lo largo de los siglos.

Un bien a preservar

P.- Ante la realidad de que en ciertos ambientes eclesiales aún hay nostálgicos del nacional-catolicismo, ¿cómo ha de defenderse ante ellos que la democracia es un bien a preservar para que, entre otras cosas, si emerge una fe, esta sea libre y auténtica en vez de impuesta y falsa?

R.- El nacional-catolicismo tuvo gran importancia durante la dictadura, eso nadie lo puede negar. Pero el contexto actual no da pie a que aquella ideología, por así decirlo, tenga hoy un papel mínimamente importante. Estamos en la Unión Europea y padecemos crisis como la guerra de Ucrania… El nacional-catolicismo no da respuestas a los problemas actuales. Dicho esto, todos entendemos que la fe y la política son terrenos que pueden converger pero que son diferentes, y como tales se han de tratar. Y siempre en un contexto de cordialidad.

P.- Como docente, ha renunciado a la secretaría en su centro y ha querido dar el paso de dedicar todas sus horas laborales a estar en el aula, consciente de que los jóvenes, cada vez más, se ven azuzados por muchas problemáticas que en algunos casos los pueden llevar a un abismo sin salida… ¿Cómo ha evolucionado en este sentido el panorama en la educación desde que empezó a dar clases hasta ahora?

R.- En Castilla y León, una comunidad en la que la educación ha sido y es nuestra seña de distinción, por estar en el pódium en muchos informes técnicos que así lo avalan, pensamos que, más allá de la burocracia, que es natural que tenga importancia, están el alumno y la familia.

Familia y profesores hacemos un buen equipo y, a pesar de que cualquier puesto de trabajo en un centro tiene su importancia, a mí me llegó el gusanillo del aula, con el objetivo de comprometerme directamente.

La verdad es que la problemática sigue siendo la misma de siempre: la falta de entendimiento en el núcleo familiar, que entorpece el estudio del alumno. Y ahí estoy dedicada, a dar apoyo a aquellos alumnos que por circunstancias extraordinarias no puedan contar con el abrazo familiar.

No es una labor personal, sino de todo el equipo educativo de mi centro y de los grandes profesionales de la educación que tenemos en Castilla y León, que ha invertido recursos humanos y materiales en la mejora continua de la enseñanza en la Formación Profesional.

Humanismo cristiano

P.- Los valores del humanismo cristiano, en los que al fin y al cabo se salvaguarda la dignidad de toda persona, ¿pueden interpelar de algún modo a nuestros jóvenes o la sola mención de los mismos es vista por ellos como algo ajeno y hasta trasnochado?

R.- Los jóvenes son el tesoro de cada generación. Al menos en esta tierra, las familias están implicadas tanto o más que los profesores, y por eso el humanismo cristiano es algo que recorre nuestros centros; al menos los de la red concertada de Castilla y León.

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