“La Infancia Misionera no es una ong, sino la institución que tiene la Iglesia para ayudar a los obispos en territorios de misión con todo aquello que tiene que ver con la evangelización de los niños: catequesis, educación, sanidad…”. Bajo esta premisa, el director de Obras Misionales Pontificias, José María Calderón, presentó esta mañana en Madrid esta jornada que se celebrará el próximo domingo 18 de enero bajo el lema ‘Comparto lo que tengo’.
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Solo en 2023, gracias a la solidaridad de los españoles esta campaña recogió más de 3,3 millones de euros que se pusieron en manos de la Santa Sede para financiar actividades pastorales y sociales en 1.127 territorios de misión. Así, la Asamblea General de las Obras Misionales Pontificias, celebrada en Roma el pasado mayo, dio vía libre para repartir 2,6 millones de euros procedentes de nuestro país en proyectos distribuidos por los cinco continentes, con África como principal destino, con 1,6 millones de euros. Así, al año desde esta obra pontificia se apoyan de media 2.700 proyectos de educación, salud, protección de la vida y evangelización, que benefician a más de cuatro millones de niños.
Liderazgo español
“En muchos casos, para los niños los misioneros son su familia”, remarcó Calderón, que subrayó que España es el país que más aportó a la hucha común de la Infancia Misionera: “Esto es gracias a todas las actividades que se realizan en las delegaciones diocesanas de misiones, es fruto de la sensibilidad que se ha creado gracias a las parroquias y colegios”.
Junto a Calderón, tomaron la palabra en el encuentro con los medios Enrique H. Davelouis, responsable de proyectos del Secretariado Internacional de Infancia Misionera, así como Julio Feliu, padre blanco, misionero en Malawi durante 53 años.
Echar una mano
“Nuestras ayudas son simplemente un estímulo a lo que hacen los misioneros, no financiamos al cien por cien ningún proyecto ni la pastoral ordinaria de una diócesis, sino que echamos una mano al esfuerzo que ya han lanzado”, explicó Davelouis. De la misma manera, aclaró a modo de ejemplo que “si un cocinero es necesario en un comedor, nosotros no pagamos el sueldo, colaboramos con alimentos y demás, porque siempre desde la máxima de que los niños ayudan a otros niños, buscamos que lo financiado vaya directamente a los menores”.
Sobre la manera de trabajar en el epicentro de la Infancia Misionera en Roma, expuso que clasifican los proyectos en ordinarios y extraordinarios, siendo la principal partida la dedicada a la educación, “sea dar becas, construir una escuela, facilitar carpetas, tizas, pizarras… pero no pagar el suelo de los maestros”. En este sentido, alertó de que “hemos visto un crecimiento de las peticiones de creación de escuelas para niños refugiados”.
Las cinco décadas de Julio Feliu en Zimbabue se traducen en multitud de obras apostólicas, entre ellas, la traducción del catecismo en una de las lenguas indígenas locales, la creación de grupos de Infancia Misionera… “Cuando yo llegué en 1967 al país, eran 1,5 millones de habitantes, hoy son 19 millones, lo que se traduce en que no hay campos, los bosques están talados…”, expone sobre el país africano en el que ha entregado su vida este padre blanco.
“Con los niños trabajamos mucho para que se les inculque que tienen que ser autosuficientes”, expuso durante la rueda de prensa este misionero de África. Sobre los sacramentos, compartió una dinámica que parece recordar a la situación de España: “Una pastoral de la infancia después de la comunión, antes de la confirmación y después de la confirmación casi no existe”.