Francisco, contra las “camarillas, nepotismo y maquinaciones ocultas” de la Curia

Simultáneamente en 80 países, ha visto la luz el libro ‘Esperanza’, la autobiografía del papa Francisco. Un libro de memorias de 336 páginas en su edición española (Plaza & Janés) en el que el pontífice repasa desde su infancia a muchos de los hitos de su pontificado. Además de los capítulos que se han ido adelantando en los últimos meses, Jorge Mario Bergoglio retoma algunas anécdotas que contó en su entrevista en exclusiva con Vida Nueva, como el consejo de una anciana de Buenos Aires que le recomendó comprarse un perro cuando fuera papa –esto pasó ocho años antes de su elección– para que probara si la comida está envenenada.

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De Argentina al Vaticano

Francisco repasa momentos especiales como el encuentro con Benedicto XVI en Castel Gandolfo y el traslado de documentación sobre algunos casos de corrupción en la Iglesia. Y es que el pontífice argentino destaca el papel del Papa emérito en términos muy distintos a los del secretario Georg Gänswein. También destaca curiosidades más personales como nació una semana tarde y con cinco kilos, que tuvo que ir semanalmente al psiquiatra durante casi un año o que tiene algunas manías, aunque se pueden curar con un poco de mate.

Bergoglio también repasa su infancia, la migración de su familia a Argentina o los sentimientos encontrados que sintió durante el cónclave en el que participó con billete de vuelta y tuvo que responder a las preguntas más inconvenientes sobre su pulmón en la cena previa en la que se sucedían las “maniobras de última hora”. También repasa como eligió el nombre sin dudarlo y rechazó los zapatos rojos con la excusa del calzado ortopédico y los pantalones blancos de “vendedor de helados”.

También cuenta encuentros anónimos que han tocado su vida y su ministerio como una mujer soltera con siete hijos de dos hombres diferentes, a los que bautizó, aunque la mujer se sentía indigna debido a su pobreza y condiciones de vida; o el cambio de vida de una mujer que se prostituía y acabó cuidando ancianos. O también el encuentro en el confesonario con un hombre que violó a su criada. También relata sus encuentros con grupos de transexuales en el Vaticano y su posterior reiteración de que puedes ser padrinos o madrinas de bautismo.

Han alcanzado ya cierta repercusión sus críticas contra quienes viven el clericalismo volviendo a posturas cercanas a un tradicionalismo litúrgico o moral. También reitera, como hizo en Vida Nueva, que “cuando alguien me pregunta si aún no ha llegado el momento de un nuevo concilio, el Vaticano III, respondo que no sólo no ha llegado el momento, sino que primero hay que aplicar plenamente el Vaticano II”. También denuncia la “cultura cortesana” de la Curia, porque la Iglesia no es un tribunal ni un lugar para “camarillas, nepotismo y maquinaciones ocultas”.