Alrededor de 300.000 palestinos han regresado a la zona norte de Gaza tras la retirada del ejército israelí del corredor de Netzarim, en cumplimiento del acuerdo de alto el fuego y la liberación del joven Arbel Yehud. Este retorno masivo representa una esperanza de reunificación familiar y reconstrucción, aunque la realidad que enfrentan es devastadora.
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Gabriel Romanelli, párroco de la Sagrada Familia en Gaza, ha expresado su esperanza de que este proceso sea una señal del fin de la guerra. “Gracias a Dios, la tregua se mantiene. En los últimos días no hemos escuchado bombardeos ni enfrentamientos, lo cual es un buen signo. La esperanza aquí en Gaza es que este acuerdo entre Israel y Hamás sea el primer paso para la paz y la reconstrucción”.
Crisis humanitaria en desarrollo
Según cifras proporcionadas por Hamás, el 90% de los palestinos que regresan al norte de Gaza han encontrado sus hogares destruidos. Romanelli destaca la dura realidad que enfrentan los retornados: “Muchos ya no pueden reconocer sus propios vecindarios. Regresan con apenas unas mantas y algo de ropa, enfrentando la pérdida total de sus hogares. Quienes lograron encontrar sus casas, las hallaron parcialmente destruidas o completamente inhabitables”. Entre ellos, hay muchos ancianos, niños y personas vulnerables que necesitan urgentemente ayuda humanitaria.
Agua, alimentos y reconstrucción
“La población de Gaza lo necesita todo”, enfatiza el párroco. “Es urgente comenzar la reconstrucción, pensando en el bienestar de cada persona”. Aunque el abastecimiento de alimentos en los mercados ha mejorado y los precios han bajado ligeramente, la escasez de agua potable sigue siendo un problema grave. Además, los escombros y residuos acumulados en la ciudad representan una amenaza para la salud pública. La falta de combustible también dificulta la recuperación. Romanelli subraya la importancia de seguir las negociaciones para la liberación de los rehenes israelíes y los detenidos palestinos, pero insiste en que la comunidad internacional también debe enfocarse en ayudar a la población civil agotada por la guerra.
El compromiso de la Iglesia
En este contexto de crisis, la parroquia de la Sagrada Familia, ubicada en el barrio de al-Zaitoun en la ciudad de Gaza, continúa su labor humanitaria. Aún alberga a casi 500 refugiados y mantiene su misión de “oasis de acogida y paz”, como lo ha hecho durante todo el conflicto. “Son muchos los desplazados que vienen a pedir ayuda”, afirma Romanelli.
Gracias al apoyo del Patriarcado Latino de Jerusalén, la Soberana Orden de Malta y otros benefactores, la parroquia ha asistido a más de 10.000 familias en las últimas dos semanas. Sin embargo, el creciente flujo de desplazados está desbordando los recursos disponibles. Por ello, la parroquia está reorganizando sus esfuerzos para continuar distribuyendo ayuda humanitaria.
Además, conscientes del impacto de la guerra en los más jóvenes, la parroquia ha implementado un programa educativo para los niños desplazados. “Hemos preparado lecciones escolares para los más pequeños, para que al menos puedan recuperar una parte de su vida cotidiana”, concluye el padre Romanelli.