El obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, ha resaltado la importancia de la vocación consagrada y su impacto en la sociedad, en un mensaje a la comunidad diocesana con motivo de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
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El obispo ha destacado que los consagrados y consagradas son testimonio vivo de “un estilo de vida diferente, marcado por la pobreza, la castidad y la obediencia, y que su presencia en el mundo es fermento de una humanidad renovada por Cristo“. De esa manera, pone en valor la jornada especial con la que, cada año, el 2 de febrero, la Iglesia agradece la labor de los hombres y mujeres que han entregado su vida a la causa de la fe.
El prelado incidió en que, en su Diócesis, existen diversas congregaciones y comunidades que, desde sus diferentes carismas, responden a una misma misión: “Acercar a las personas a Jesús y mostrar la belleza del Evangelio”. A su juicio, esa labor se extiende a ámbitos tan diversos como la promoción de la mujer, la educación de la infancia y juventud, el cuidado de los ancianos y los más vulnerables, la acogida de migrantes y personas sin hogar, la acompañamiento de menores en situaciones difíciles y la vida de adoración e intercesión por el mundo.
Testimonio y acompañamiento
En su mensaje, García Cadiñanos ha recordado la importancia de “descubrir, conocer y apreciar” la vida consagrada: “Por desgracia, creo que en el seno de nuestra sociedad y de nuestra Iglesia la vida consagrada no ha sido del todo descubierta, conocida ni valorada”. Ha animado a la comunidad a acercarse a las casas religiosas de la Diócesis para compartir con los consagrados sus inquietudes, dudas y propuestas. “Necesitamos su testimonio y acompañamiento”, ha enfatizado el obispo, destacando que los consagrados, junto con toda la comunidad eclesial, son peregrinos y sembradores de esperanza.
El obispo también ha reconocido las dificultades que atraviesa la vida consagrada en la actualidad, pero ha alentado a no perder la esperanza. Citando al papa Benedicto XVI, ha exhortado a los consagrados a no dejarse llevar por el pesimismo, sino a revestirse de Cristo y ser testigos de la luz en un mundo necesitado de esperanza.