El reto de ser Iglesia en salida (digital)

El reto de ser Iglesia en salida (digital)

De forma sorpresiva, el 28 de enero, la aplicación china ‘DeepSeek’ ocupaba portadas en todo el mundo tras desencadenar una tormenta bursátil en Wall Street. Esta nueva herramienta de inteligencia artificial (IA), desarrollada por el gigante asiático con unos chips muy económicos, ha provocado el hundimiento de empresas tecnológicas con gran recorrido en Estados Unidos o en Europa. Precisamente el mismo día, los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación hicieron pública su nota Antiqua et Nova  sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana. Un documento que se sale del ámbito de las sacristías para dialogar con el mundo en el terreno del desarrollo tecnológico.



Así lo ve alguien que no se mueve precisamente en ambientes eclesiales como Richard Benjamins, hasta marzo de 2024 responsable de la estrategia de IA y datos en Telefónica, fundador del Observatorio Español del Impacto Ético y Social de la IA (OdiseIA) y de la startup RAIght.ai, dedicada a la IA responsable. Tras una primera valoración “bastante buena” del documento, como gran impulsor del uso ético de la IA y para el bien social, Benjamins estima que la nota vaticana marca muy bien las oportunidades, los riesgos y el “impacto humano” de esta tecnología. Un texto que, más allá de las reflexiones religiosas, podría compartir cualquiera con cierta sensibilidad por las cuestiones éticas. “El impacto de la IA es muy fuerte y la Iglesia ha ofrecido en esta guía su doctrina social, la valoración de los elementos positivos de esta herramienta para cuestiones concretas, como lograr el bien común”, apunta.

En sintonía con los dicasterios

Benjamins está de acuerdo con la reflexión de los dicasterios de que “es imposible dotar a la inteligencia artificial de intencionalidad, de conciencia, o de marcarse objetivos de forma autónoma”. Es verdad que hay quien, desde otros modelos antropológicos, “puede atribuir a las máquinas integridad o moralidad”, reconoce, pero “nos estaríamos pasando demasiado”. La nota responde así a quienes desarrollan la teoría de la evolución como un salto casual de los humanos a las máquinas, como si se siguiera el mismo proceso de hace miles de años, cuando se pasó de los animales al humano.

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