Paolo Benanti: “Podemos convertir la inteligencia artificial en instrumento de paz”

Paolo Benanti

Puede sorprender el contraste entre el hábito franciscano marrón que usa el italiano fray Paolo Benanti y su campo de especialidad, la inteligencia artificial (IA). De hecho, su nombre ha sonado en los últimos tiempos como uno de los asesores principales del papa Francisco y consultor de los organismos vaticanos para esta cuestión. Este fraile, experto en bioética y ética de la tecnología, es profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana y presidente de la Comisión para el estudio del impacto de la inteligencia artificial en el periodismo y la edición de la Presidencia del Consejo de Ministros italiano. Benanti ha profundizado en la nota de los dicasterios para la Doctrina de la Fe y de Cultura y Educación sobre la relación entre inteligencia artificial e inteligencia humana y comparte con ‘Vida Nueva’, desde Bruselas, sus primeras impresiones sobre Antiqua et Nova.



PREGUNTA.- Este documento recoge muchos de sus intereses profesionales, ya que agrupa tecnología, ética y un horizonte antropológico…

RESPUESTA.- Es interesante que nos encontremos ante una nota y no un texto de doctrina. Una nota que se convierte, en este momento concreto, en una primera reflexión –elaborada desde los dicasterios para la Doctrina de la Fe y para la Cultura y la Educación– para responder, en la medida de lo posible, a una serie de cuestiones que han surgido en el Vaticano sobre la IA y que están estrechamente unidas a otros temas, como la reflexión sobre la paz o sobre las comunicaciones sociales. Creo que esto forma parte de un todo, que es ese camino de reflexión que se va haciendo sobre estas nuevas cuestiones.

P.- Además, sobre las implicaciones con el mundo económico o la sociedad, el texto se ha difundido en un día en el que la IA es noticia por el éxito de una aplicación en China.

R.- Totalmente cierto; ha sido una coincidencia. Desde luego que esto no estaba previsto, podemos decir que ha sido totalmente inesperado.

Parte muy positiva

P.- Es posible que los más entusiastas se acerquen a la nota lamentando que se denuncien los riesgos o peligros de la IA. Sin embargo, desde la antropología, ¿también se descubre su potencial?

R.- Ante esta situación, simplemente diría que el primer paso es reconocer que hay una parte muy positiva en la IA, que tiene que ver con la dignidad humana. En este sentido, en la nota se citan documentos antiguos, como la encíclica ‘Caritas in veritate’, de Benedicto XVI, en la que se reconoce que la tecnología goza de este espíritu humano, que se conecta con el espíritu divino. Y es que está claro que todo lo que sale de nuestras manos, de nuestras mentes, de nuestro espíritu… participa de esa condición humana que nos acerca a la divinidad.

Una condición humana que, sin embargo, está dañada por la acción del pecado; por lo tanto, también la tecnología sufre las consecuencias de ese pecado humano y puede convertirse en arma. Ahora bien, las personas podemos hacer lo que ya dice el libro del profesta Isaías: convertir las espadas en arados y las lanzas en podaderas. Es decir, nosotros podemos convertir la tecnología en instrumento de paz, en instrumentos que proporcionan el pan que da la vida. Este es el papel positivo que pueden ofrecer los cristianos: colaborar para convertir las armas de la tecnología en herramientas para el bien.

P.- ¿Es una novedad la advertencia frente a la idolatría a quienes se sienten fascinados por la IA?

R.- Sin duda, esa es una de las grandes consecuencias, en el sentido de que podemos dirigirnos a estas máquinas de la misma manera que en el pasado los humanos acudían a los oráculos, a los ídolos, a los falsos dioses… El problema sigue siendo el mismo: el riesgo de divinizar estas máquinas, que no son más que instrumentos que han surgido de las manos humanas. Es precisamente aquí cuando la fe nos ayuda a reconocernos a las personas, no solo como seres constructores de máquinas, sino como criaturas queridas por un Creador. Por eso, en la nota se comienza fundamentando la verdadera razón de la conducta humana, su ser criatura delante de su Creador.

P.- Ante esos falsos oráculos, ¿sería exclusivamente humano el don de la profecía?

R.- El don de la profecía es interesante, ya que está en el hecho mismo de que la Iglesia tiene una misión que cumplir en el espacio y en medio de la sociedad, que no es otra que alzar la mirada, llevarla hacia un horizonte mayor, hasta donde cielo y tierra se pueden tocar. Es una mirada compartida con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, también los no creyentes. Por eso, al ver donde se juntan los límites de la tierra y el cielo, no podemos renunciar a poner en juego los problemas contingentes desde una perspectiva más amplia.

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