El papa Francisco: “La renovación de la vida consagrada se realiza ante el sagrario antes que en mesas redondas”

  • El Pontífice jesuita ha presidido en la Basílica de San Pedro las vísperas con motivo de la jornada mundial de los consagrados
  • En su alocución, alerta a los consagrados de caer en “dobles vidas” por vivir mal la castidad

El papa Francisco, en la basílica de San Pedro

“El ‘regreso a los orígenes’ del que se habla tanto en la vida consagrada no es para volver a un museo, sino para volver a la vida”. Este es el mensaje que el Papa lanzó esta tarde en las vísperas que presidió en la basílica de san Pedro con motivo de la fiesta de la Presentación del Señor, Jornada mundial de la Vida Consagrada, en el marco del Jubileo de la esperanza.

El riesgo de ser prácticos

En templo epicentro de la catolicidad, Francisco comentó que “la renovación” entre los consagrados, “antes que con las reuniones y las mesas redondas, que también son muy útiles, se realiza ante el Sagrario”. “Hemos perdido un poco en el sentido de la adoración, porque queremos ser prácticos”, admitió de forma espontánea Francisco, que instó a los presentes a redescubrir a sus fundadores  “como mujeres y hombres de fe”.

El Pontífice jesuita vertebró su alocución en torno a cómo los votos de pobreza, castidad y obediencia “pueden ser portadores de luz para las mujeres y los hombres de nuestro tiempo”.

Sobriedad y solidaridad

Para el Papa, la pobreza es una puerta abierta a la sobriedad, la generosidad, el compartir y la solidaridad. Por otro lado, reivindicó la castidad en medio de un mundo con “formas distorsionadas de afectividad” que acaban en “superficialidad y precariedad, egocentrismo y hedonismo, inmadurez e irresponsabilidad moral”. Es más, alertó de cómo hoy se sustituye el matrimonio “de toda la vida” por un compañero “del momento”, y los hijos “en vez de ser acogidos como un don, se pretenden como un ‘derecho’, o se eliminan como un ‘estorbo’”.

Vida Consagrada

En el ámbito de la vida consagrada, alertó de que la castidad puede contagiarse de “fenómenos destructivos como el avinagramiento del corazón o la ambigüedad de las elecciones, fuente de tristeza e insatisfacción que provoca, a veces, en los sujetos más frágiles, el desarrollo de verdaderas ‘dobles vidas’”.

Crecimiento afectivo

 “¡Qué medicina para el alma es encontrar religiosas y religiosos que sean capaces de relacionarse así, con madurez y alegría!”, comentó Francisco. Para lograrlo, instó a poner en un primer plano “el crecimiento espiritual y afectivo de las personas, tanto en la formación inicial como en la permanente”.

Adentrándose en el voto de obediencia, lo presentó como “un antídoto a tal individualismo solitario, promoviendo, en su lugar, un modelo di relación basado en la escucha efectiva”. Desde ahí, apreció el apostar por el nosotros comunitario “a costa de renunciar a los propios gustos, programas y preferencias”. Dejando a un lado los papeles, reclamó la necesidad de un “diálogo cotidiano” real entre las comunidades: “Antes de que uno termine de hablar, solemos tener ya preparada la respuesta: tenemos que escuchar de verdad, acoger la palabra del otro como una ayuda para mí”.

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