Eugenio Lira, obispo de Matamoros: las políticas migratorias de Estados Unidos afectan a más de 13,5 millones de indocumentados

  • El prelado mexicano asiste en Panamá, del 10 al 13 de febrero, a un encuentro de obispos y secretarios ejecutivos de la Pastoral de Movilidad Humana 
  • En entrevista con Vida Nueva advierte un panorama migratorio difícil, pero llama a “trabajar para construir un mundo mejor, en el que todos podamos vivir”

migrantes

El obispo de la Diócesis de Matamoros-Reynosa y responsable de la Dimensión de la Pastoral de Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Eugenio Lira Rugarcía, advirtió que las políticas migratorias de Estados Unidos “afectan directamente a más de 13.5 millones de indocumentados e indirectamente a millones más”.



En entrevista para Vida Nueva, el obispo Lira, quien se encuentra en Panamá del 10 al 13 de febrero participando en un encuentro de obispos y secretarios ejecutivos de la Pastoral de Movilidad Humana, prevé un panorama difícil este año en el tema migratorio. No obstante, enfatizó la importancia de “trabajar para construir un mundo mejor, en el que todos podamos vivir”.

Restricciones, deportaciones y temor entre los migrantes

PREGUNTA.- ¿Cuáles son las peores consecuencias de las medidas aplicadas por la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en política migratoria?

RESPUESTA.- Las actuales políticas migratorias implementadas por el gobierno federal de los Estados Unidos afectan directamente a más de 13.5 millones de migrantes indocumentados, e indirectamente a millones de personas más, tanto en ese país como en muchos más. Con la declaración de ‘emergencia nacional por una invasión en la frontera sur’, se está provocando la militarización de la frontera entre Estados Unidos y México.

Al mismo tiempo, se están restringiendo derechos fundamentales de los migrantes y el acceso a protecciones previstas en la ley de Estados Unidos. Se han cancelado trámites a través de CBP One, citas programadas y programas específicos de permiso de permanencia temporal humanitario urgente, dejando a muchas personas varadas en condiciones difíciles, peligrosas y de incertidumbre.

A esto se suma la amenaza de cargos penales y multas a los que infrinjan leyes migratorias, así como la suspensión de fondos a organizaciones que asisten a los migrantes, lo que, además de afectar a los indocumentados y fomentar un ambiente racista y hostil en su contra, limita la acción caritativa de la Iglesia y de otras organizaciones que los atienden en Estados Unidos. Por otro lado, la suspensión por 90 días de financiamiento a proyectos de desarrollo en el extranjero está afectando el trabajo de los centros de atención a migrantes en México y en varios países.

La extensión de redadas a hospitales, escuelas e iglesias ha provocado temor y ausentismo escolar y laboral. Las deportaciones ponen en riesgo a muchas familias, ya que 4.4 millones de niños nacidos en Estados Unidos viven con un progenitor migrante indocumentado. Además, truncan años de vida, de trabajo, de convivencia y de proyectos de gente buena y honrada que paga impuestos y contribuye a la economía y al bienestar comunitario, y afectan a personas, familias y pueblos que viven de las remesas.

La amenaza de sanciones a países que no cooperen en la contención de la migración y la recepción de sus ciudadanos deportados, presiona a los gobiernos a endurecer sus políticas migratorias. Esto, al tiempo de alentar la migración ilegal peligrosa, pone en riesgo a los deportados al obligarlos a retornar a lugares peligrosos, o en los que encuentran dificultades para su readaptación por diversas causas.

La imposición de aranceles traerá afectaciones a las empresas, a los clientes y a los gobiernos, y podría provocar el cierre de negocios y la pérdida de empleos directos e indirectos, con efectos en la economía personal, familiar y local. Por su parte, Estados Unidos puede perder cosechas y cadenas de producción y de servicios por falta de trabajadores, con un alto costo económico, social y político. A esto se suma el aspecto demográfico, que actualmente es del 0.5 %, muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2.1, necesaria para mantener una población a largo plazo.

Reunión de Pastoral de Movilidad Humana en Panamá

Reunión de Pastoral de Movilidad Humana en Panamá. Foto: obispo Eugenio Lira

Encuentro en Panamá: estrategias para la defensa de los migrantes

P.- ¿De qué manera abonará la reunión en la que se encuentra en Panamá para ayudar en las soluciones al problema migratorio?

R.- En medio de esta crisis migratoria, del 10 al 13 de febrero se lleva a cabo en Panamá el Encuentro de Obispos y Secretarios Ejecutivos de la Pastoral de Movilidad Humana México-Centroamérica y El Caribe, con la participación de la Red Clamor, CEPRAP y representantes del CELAM.

En un ambiente de oración, escucha y diálogo, buscamos discernir el camino a seguir para ayudar a los migrantes, solicitantes de refugio, deportados y víctimas de trata. Contamos con la asesoría de expertos y tomamos como referencia la Carta Pastoral ‘Lo vio, se acercó y lo cuidó’, elaborada por obispos de frontera y Responsables de Movilidad Humana de Norte, Centroamérica y El Caribe.

En ella reconocemos y agradecemos a Dios el bien generado a través de casas, albergues y centros de acogida, donde se brinda hospedaje, alimentación, apoyo médico, asesoría legal y oportunidades laborales a los migrantes. Ahora buscamos fortalecer este trabajo e involucrar más a diócesis, parroquias, universidades católicas y la sociedad en general, además de colaborar con gobiernos y organismos internacionales.

Esperanza en tiempos difíciles

Ahora queremos seguir fortaleciendo este trabajo como región; involucrar más a las diócesis, pastorales, parroquias, congregaciones, grupos laicales y universidades católicas; y colaborar más estrechamente con gobiernos, grupos religiosos de diversos credos y espiritualidades, organismos internacionales, organizaciones civiles, personas de buena voluntad y la sociedad en general para sumar esfuerzos en favor de los migrantes y sus familias.Hemos considerado también la necesidad de acompañar a los agentes que atienden a las personas en situación de movilidad, y velar por su bienestar. Asimismo, hemos señalado la importancia de trabajar para que en nuestros países haya condiciones dignas a fin de que todos puedan desarrollarse plenamente y nadie se vea obligado a migrar, y que si decide libremente hacerlo, lo haga en condiciones dignas y seguras. Todo esto asumiendo los cuatro verbos que propone el Papa: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes.

El panorama para este año en el tema migratorio en Latinoamérica se ve difícil; sin embargo, como hombres y mujeres de fe, debemos mirarlo a la luz de la esperanza. Sabemos que Dios, que nos ha creado y nos ha salvado en Jesús, camina con nosotros y nos lleva adelante. Él es nuestra esperanza. Una esperanza que nos anima a trabajar para construir un mundo mejor, en el que todos podamos vivir como lo que somos: hijos de Dios y hermanos.

Quizá el camino sea en momentos cuesta arriba. Quizá encontraremos obstáculos. Quizá a veces parezca que retrocedemos. Pero no debemos desesperar. Como hizo Simón Pedro, debemos dejar a Jesús entrar en nuestra vida; ‘remar mar adentro’, es decir, entrarle a fondo; y ‘echar las redes’ como Jesús enseña: amando y haciendo el bien, con bondad, amabilidad, constancia y paciencia.

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