De haber pasado su vida terrena entre nosotros en esta época, ¿tendría Jesús un perfil en Instagram, Facebook, Twitter, TikTok, Snapchat…? Con esta provocadora pregunta arranca Jesús en las redes sociales, la obra ganadora del VII Premio de Ensayo Teológico Joven PPC. Se trata de un trabajo de investigación elaborado por Emmanuel Lwamba Bilonda, sacerdote operario diocesano de la República Democrática del Congo. Con 33 años, este teólogo es el rector del aspirantado Maison Don Manuel que su Hermandad tiene en Lubumbashi, su ciudad natal. Además, es profesor de teología sacramental y de acompañamiento vocacional en la Universidad Don Bosco de Lubumbashi.
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PREGUNTA.- ¿Por qué se lanzó a escribir este ensayo sobre Jesús y las redes sociales?
RESPUESTA.- Todo surgió un 6 de enero, el día en que celebramos la Epifanía. Estaba atento, meditando sobre el evangelio que me tocaba predicar ese día y me di cuenta de una palabra clave: la estrella. Entonces, encontré un vínculo directo entre esa luz que los Magos siguieron para encontrar a Jesús y todas esas ‘stars’, esas celebridades que hoy en día encontramos en las redes sociales, que deslumbran, pero que no siempre llevan a los jóvenes a un destino adecuado. Jesús es la verdadera ‘star’, pero no sabemos descubrirle entre tanto ruido.
P.- ¿Es Jesús el mejor ‘influencer’ de la historia?
R.- Jesús propone el desprendimiento, propone la cruz entendida como síntesis del amor, propone ser el más pequeño, el más humilde. Sin embargo, las redes sociales proponen fama, gloria y todo lo que conlleva. Desde esta perspectiva, no es la ‘star’ que se busca en el mundo virtual. Pero si se entra en la dinámica de Jesús, sí se entiende como el mejor ‘influencer’ de la historia y como el ‘influencer’ que necesitan hoy los jóvenes, que necesitamos todos.
P.- ¿A la Iglesia le queda todavía mucho por aprender a la hora de evangelizar lo mismo en Twitter que en TikTok o Instagram?
R.- Sí. Eso sí, parto de la base de que las redes sociales serán siempre un primer anuncio, porque muestran parte de lo que hacemos, pero no lo que somos en nuestra totalidad, esto es, todo lo que conlleva la vida cristiana. Como un primer contacto, sí es una herramienta en la que debemos invertir, pero necesitamos la realidad. Por ejemplo, si tengo una página web que alimento con comentarios del Evangelio, una persona puede encontrar estos comentarios y acercarse a la Iglesia y al mensaje de Jesús. Pero es solo una pequeña mediación que siempre tiene que llevar al encuentro personal y comunitario, al espacio físico en el que nos encontrarnos con el Señor.
Discípulo de Jesús
P.- Esa necesidad de acompañamiento personal aparece en su ensayo y es lo que aplica como rector. ¿Qué requisitos debe tener hoy ese camino de discernimiento?
R.- Lo primero, proponer al joven que se considere discípulo de Jesús, porque todo parte de ahí. Estar con él, en él, para ser como él. Teniendo en cuenta este punto de partida, hay que abrir otras dos ventanas más en este acompañamiento: el conocimiento personal del joven y reforzar esa identidad discipular. Esto conlleva renunciar a lo externo, tanto a lo material como a tu familia, pero también exige la renuncia a uno mismo. Es el sentido de cargar con la cruz y seguir a Jesús para poder ser pescadores de hombres. Lejos de ver todo esto que he planteado como fases consecutivas, creo que debemos abordarlo hoy en los procesos vocacionales de manera circular e integrada.