Los obispos de Colombia denuncian que “la situación sigue igual” en el Catatumbo

Los titulares de esta región oriental del país analizan la situación, que se agrava con el paso de los días: ya van más de 50.000 desplazados

Los obispos de Colombia denuncian que “la situación sigue igual” en el Catatumbo

“La situación sigue igual”. Así ha declarado a Noticias Caracol, Orlando Olave, obispo de Ocaña, sobre la guerra del Catatumbo, que ya cumple un mes. En esta entrevista también ha participado Israel Bravo, obispo de Tibú.



Todo ello a pesar de que el Gobierno ha declarado un Estado de emergencia y ha atendido a más de 50.000 desplazados. En medio de este pandemónio, la Iglesia ofrece ayudas materiales y espirituales para acompañar a los afectados en este éxodo masivo desde principios de febrero.

Ambos prelados coincidieron que este conflicto es consecuencia del abandono gubernamental a la que esta región ha estado sometida por décadas, incluso afirmaron que se trata de una “guerra anunciada”.

La razón – esgrime Bravo – es que en este territorio los grupos armados operan a sus anchas, “ponen sus leyes, hacen sus acuerdos y llega un momento en el que un grupo decide que el otro lo está haciendo mal”.

Además la corrupción ha permeado todo el estamento gubernamental y para el prelado es “el motor para que la guerra no pare. Esos políticos corruptos terminan siendo cómplices de esos grupos”.

Deseos de paz

Olave indicó que la Iglesia siempre apostará al diálogo, eso a pesar de que por ejemplo el Ejército de Liberación Nacional (ELN) viene sistemáticamente incumpliendo los acuerdos en las mesas de negociación con el Gobierno.

“Para nosotros como Iglesia siempre la violencia, la guerra y la muerte serán el fracaso humano como acostumbra a decir el papa Francisco”, añadió.

El interés supremo es la vida de todos: población, militares, policías y guerrilleros, puesto que “nos duele igual cuando muere alguien fruto de la violencia”, de hecho, la mayoría de esas víctimas son jóvenes.

El obispo de Ocaña cree en el diálogo como el único mecanismo para acabar con la guerra, porque “este país no lo vamos a transformar imponiéndonos unos a otros”, por lo que pidió seriedad a los grupos armados, “ustedes tienen que mostrar deseos de paz”.

El cáncer del narcotráfico

Otra de las piezas de este rompecabezas de la guerra es el narcotráfico. “Se fortalece la cultura de la ilegalidad por el abandono del Estado”, afirmó Bravo, quien considera que eso forma un cóctel peligroso entre la pobreza que pulula en esta región.

El obispo de Tibú detalla que la única forma de conseguir dinero de muchos campesinos es el cultivo ilegal de coca.

Relató que en los primeros encuentros de Paz que sostuvo en la zona, escuchaba expresiones como “mi Ministerio de transporte es la coca, porque me dio para comprar la moto. Mi Ministerio de educación es la coca, porque me permitió educar a mis hijos.”

“Yo decía, esto es una cosa loca”, pero una dura realidad que vive gente del Catatumbo. Tan sencillo como “si el Estado no me da a mí las herramientas, vendrán los actores armados a imponer a darlas a su manera”.

Bravo lo puso en perspectiva: “Llevamos tres años intentando terminar un colegio con apoyo de la Fundación Pies descalzos”, pero la burocracia, el centralismo y la misma corrupción bloquean estas iniciativas.

Noticias relacionadas