El prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha aclarado que la Iglesia “no quiere ser cruel” con casos puntuales de gran sufrimiento
No es un cambio externo ni es equiparable a otras cirugías. Así de tajante se ha mostrado el cardenal Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, al referirse a los cambios de sexo en una conferencia que ha impartido este lunes, 17 de febrero, para la Facultad de Teología Católica de Colonia (Alemania) bajo el título ‘La dignidad ontológica de la persona en Dignitas infinita’.
Y es que, ha subrayado Fernández, para la fe católica, el cuerpo – “no nos referimos al cuerpo en sí, sino al cuerpo de una persona, y no al de un cadáver, sino al de cuerpo que pertenece a la persona, la expresa, le permite entablar relaciones”– participa, como se subraya en ‘Dignitas Infinita’, de “la dignidad de ‘imagen de Dios'”.
Por ello, el documento “nos invita a reconocer las consecuencias de esta creencia cuando se niega ideología de género y el cambio de sexo”. En este sentido, Fernández recuerda que el papa Francisco enseña que “la creación nos precede y debe ser reconocida como un don. Al mismo tiempo estamos llamados a salvaguardar nuestra humanidad y esto significa ante todo respetarlo y aceptarlo tal como fue creado”.
De esta manera, el cambio de sexo “no es un cambio meramente externo ni equiparable a una cirugía estética normal o una operación para tratar una enfermedad”. Es, ha señalado Fernández, “la demanda de un cambio de identidad, de querer ser otra persona”, y, en este sentido, “la evaluación de uno mismo, bajo la influencia de un paradigma tecnocrático, nos lleva a pensar que la libertad humana, hecha omnipotente gracias a tecnología, puede crear una realidad alternativa como desee”.
Bandera lgtbi en una calle de Madrid con una iglesia al fondo
Sin embargo, Fernández ha aclarado que la Iglesia “no quiere ser cruel” y decir que no entiende “el condicionamiento de las personas y las profundidades del sufrimiento que existe en algunos casos de ‘disforia’ que también se manifiesta desde la infancia”. Por eso, el cardenal ha aclarado que, cuando el documento utiliza la expresión “normalmente”, no excluye que “haya casos fuera de la norma, como una fuerte disforia que puede llevar a una existencia insoportable o incluso al suicidio”. “Estas situaciones excepcionales”, añade Fernández, “deben evaluarse con sumo cuidado”.
“Lo que decimos es que la ideología que suele acompañar a muchas decisiones de cambio de sexo incluyen la negación de la realidad dada como regalo, con la idea de que la identidad sexual corporal puede ser objeto de un cambio radical, sujeta siempre a los deseos y exigencias de la libertad de cada uno, de la misma manera que la pretensión de omnipotencia que se esconde detrás de tales ideologías”, aclaró el cardenal.
Del mismo modo, en su discurso, Fernández ha hecho hincapié en la “infinita” dignidad del ser humano, sea cual sea su condición. Una dignidad, a su vez, puede entenderse como “objeto de un amor infinito”, el de Dios, que lo manifestó en Cristo: “El amor infinito de Dios no confiere valor infinito a las piedras o a los insectos, sino al ser humano, capaz de conocer y amar”.
Es un amor, además, “absolutamente incondicional”. “Podríamos buscar sin cesar y en todo caso nunca encontraríamos nada que pueda limitar, condicionar o negar esta dignidad”, ya que “infinito significa absolutamente incondicional”. Por ello, “no hay situación en la que no pueda ocurrir, es absolutamente inalienable, no hay razón imaginable que pueda negarlo y no tiene fin en el tiempo”.
Esto se manifiesta, en la práctica, por ejemplo, en el rechazo del papa Francisco por la pena de muerte o la oposición al aborto y la eutanasia. “Esta creencia en la dignidad humana universal, como insistió el papa Francisco, es a su vez la base firme y estable de una auténtica fraternidad universal en la que se reconozcan los derechos sociales”, señaló el purpurado.
