El Museo Nacional del Prado ha logrado reunir, por primera vez, la mayoría de las obras que el Greco realizó para la iglesia del Monasterio de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. Esta exposición supone un acontecimiento histórico, ya que las piezas, dispersas en diversas colecciones y museos, vuelven a un mismo espacio tras haber estado separadas desde 1830.
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La muestra se encuentra en la Galería Central del edificio Villanueva del Prado y ha sido comisariada por Leticia Ruiz, Jefa de Colección de pintura española del Renacimiento. Permanecerá abierta hasta el 15 de junio y presenta ocho de las nueve obras originales encargadas al Greco en 1579. Estas pinturas, que representan la primera producción del Greco en España, fueron en su momento una innovación dentro del arte sacro.
‘La Asunción’: el corazón del retablo
El retablo mayor del monasterio se organizaba en torno a ‘La Asunción’, una gran tela que desde 1906 se encuentra en el Art Institute of Chicago. En la exposición del Prado, esta obra vuelve a ocupar su posición central, rodeada por otras piezas clave: los santos San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Bernardo y San Benito. Sobre ellos se ubica ‘La Trinidad’, en la parte superior del retablo.
Completan la exposición dos lienzos situados originalmente en los laterales del retablo del monasterio: ‘La Adoración de los Pastores’, a la izquierda, y ‘La Resurrección’, a la derecha. La concepción de este conjunto pictórico marcó un cambio en la tradición del retablo castellano, introduciendo elementos de la pintura veneciana en España.
Las obras de este retablo fueron vendidas a lo largo del siglo XIX, en parte debido a la intervención del escultor Valeriano Salvatierra, quien facilitó la salida de varias piezas, la primera de ellas en 1830. Actualmente, la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo conserva tres de estas pinturas: ‘San Juan Bautista’, ‘San Juan Evangelista’ y ‘La Resurrección’.
El origen del encargo
El Greco llegó a España en 1577 y poco después recibió dos encargos fundamentales: ‘El Expolio’, para la catedral de Toledo, y los tres retablos del monasterio de monjas cistercienses de Santo Domingo el Antiguo. Estos retablos fueron financiados por doña María de Silva y Diego de Castilla, deán de la catedral, quienes destinaron la iglesia como su lugar de enterramiento.
Gracias a la recomendación de Luis de Castilla, hijo de Diego y conocedor del Greco desde su estancia en Roma, el pintor pudo diseñar tanto la estructura de los retablos como la pintura de ocho lienzos y cinco esculturas. Este encargo marcó el inicio de la carrera del Greco en España y su reconocimiento dentro del arte religioso.