El obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, ha fallecido en el día de hoy, 19 de febrero de 2025 en Bolivia, a los 90 años de edad. Según fuentes oficiales, sufrió un ictus y no logró superar una posterior intervención quirúrgica. Su muerte deja un profundo vacío en la Iglesia y en las comunidades a las que dedicó su vida con una entrega absoluta.
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Ejemplo de entrega a los más vulnerables
Nicolás Castellanos Franco nació el 18 de febrero de 1935 en Mansilla del Páramo, León. Desde muy joven sintió la llamada del sacerdocio y, con una vocación inquebrantable, ingresó en la Orden de San Agustín, donde fue ordenado sacerdote en 1961. Su carisma y liderazgo pronto lo llevaron a ser nombrado obispo de Palencia el 27 de julio de 1978, un ministerio que desempeñó hasta 1991. Sin embargo, su corazón le pedía estar cerca de los más desfavorecidos, y con esa inspiración renunció a su cargo episcopal para embarcarse en una nueva misión: ayudar a los más pobres en Bolivia.
Su decisión de dejar la diócesis de Palencia para convertirse en misionero en Bolivia marcó un antes y un después en su vida. En Santa Cruz de la Sierra, se sumergió en la realidad de los barrios más empobrecidos y trabajó incansablemente para mejorar sus condiciones de vida. Allí, su espíritu humanitario se tradujo en proyectos concretos que beneficiaron a miles de personas.
Una vida para la misión
Con un grupo de laicos y sacerdotes, fundó el ‘Proyecto Hombres Nuevos’, un programa transformador que ha cambiado la vida de miles de personas. Su acción social se materializó en la construcción de comedores, centros escolares, viviendas sociales y hospitales, mejorando significativamente la calidad de vida de muchas familias.
Pero su labor no se limitó solo a la asistencia social, sino que también se enfocó en la educación y el empoderamiento de las comunidades. Creó centros de formación profesional para jóvenes, impulsó programas de desarrollo sostenible y fomentó la integración de las comunidades más vulnerables. Castellanos demostró que la fe se traduce en acción y que la solidaridad es la máxima expresión del amor cristiano. Su presencia en Bolivia fue un faro de esperanza para quienes vivían en la miseria, y su labor incansable le valió el respeto y la gratitud de la comunidad.
Reconocimientos a su labor
A lo largo de su trayectoria, su trabajo ha sido reconocido con prestigiosos galardones, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998, compartido con figuras como Vicente Ferrer y Muhammad Yunus. También recibió el Premio Valores Humanos de Castilla y León en 2002, la Medalla de Oro al Trabajo del Gobierno de España en 2006 y la Medalla al Mérito Profesional de Castilla y León en 2022. Además, en 2021, la Universidad Católica Boliviana le otorgó un reconocimiento por su incansable trabajo en favor de la educación y la justicia social.
En Bolivia, su legado es ampliamente reconocido, siendo considerado uno de los más grandes promotores del desarrollo social en Santa Cruz de la Sierra. En 2017, fue declarado Hijo Ilustre de Santa Cruz, un reconocimiento a su dedicación inquebrantable al bienestar de los más necesitados.
Un legado que perdura
Su partida deja una huella imborrable para su diócesis de Palencia, para la misión y para quienes lo conocieron. Muchos, sin haberlo visto en persona, han sido tocados por su obra. Su vida fue un testimonio de generosidad, justicia y entrega, y su ejemplo seguirá inspirando a muchos.
Hoy, mientras su alma descansa en la paz del Señor, su legado continúa vivo en cada niño que recibe educación, en cada enfermo que encuentra alivio y en cada familia que encuentra un hogar gracias a su labor.
Las comunidades que ayudó a construir siguen adelante con su espíritu de lucha y amor al prójimo, y su obra se mantiene como una fuente de esperanza para futuras generaciones. Nicolás Castellanos nos deja el mayor de los mensajes: el amor no tiene fronteras, y la fe, cuando se vive con autenticidad, puede transformar el mundo.