En el corazón de Tegucigalpa, la bulliciosa capital de Honduras, un hombre de apariencia sencilla, con camisa de cuadros y chaqueta de punto azul, trabaja incansablemente por el bienestar de miles de niños y jóvenes. A simple vista, nadie diría que es sacerdote, y menos aún que en su pasado fue un exitoso banquero de inversión en algunas de las firmas financieras más prestigiosas del mundo.
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Álvaro Ramos dejó atrás una carrera en el mundo de las finanzas para dedicarse completamente a ayudar a los más necesitados en Honduras. “Invertí muchos años preparándome para el mundo económico y descubrí en el Evangelio la mejor inversión”, afirma Ramos. Su cambio de vida fue resultado de una profunda reflexión sobre el propósito y el impacto de su trabajo. “Me di cuenta que no sabía para qué quería el dinero que ganaba. Hay muchas personas que no les da para vivir y hay una parte de la sociedad a la que le sobra“.
Su primer contacto con la realidad social de Honduras fue en 2010, cuando participó como voluntario en la fundación ACOES, creada por el sacerdote misionero Patricio Larrosa. “Me había dedicado toda mi vida al mundo de la inversión pero siempre tuve una inquietud por la pobreza“, confiesa el religioso. Aquella experiencia marcó un punto de inflexión en su vida.
Educación y solidaridad
ACOES, la Asociación Colaboración y Esfuerzo, fundada en 1996, se ha convertido en una organización clave en la educación de niños en situación de vulnerabilidad en el país centroamericano. Actualmente, atiende a más de 12.000 niños y jóvenes hondureños, con proyectos en treinta y siete comunidades rurales de ocho departamentos del país. Entre sus programas más innovadores está ‘Maestro en Casa‘, que ofrece educación a distancia a través de la radio y materiales de estudio.
La filosofía de ACOES se basa en el principio ‘Yo te ayudo si tú me ayudas‘. Los estudiantes no solo reciben formación académica, sino que también participan en la gestión de los proyectos y ayudan a otros niños en situación similar. “Es una hoja de ruta para invertir lo mejor de nosotros en los demás”, explica Ramos. “Si consideramos la mejor manera de mejorar el mundo, nos damos cuenta que las consecuencias desde el Evangelio son buenas en ese cometido y que Dios es el mejor emprendedor de la Historia“.
Esta filosofía de acción, lejos de abandonar sus conocimientos financieros, ha permitido a Ramos poner su preparación al servicio de su misión. “Atender la pobreza exige el mismo nivel de organización y formación o incluso más que una empresa. Dios ha hecho que asumamos el reto, la empresa de transformar la realidad“, continúa.
Ramos insiste que buscan encarnar el mandamiento de Jesús de amarse los unos a los otros mediante los sacramentos, pero buscando que estos sirvan de alimento y de impulso para aplicarlos en la vida diaria, estudiando, gestionando las situaciones, construyendo.
Comedores sociales
La participación activa de la comunidad es clave. “Muchas mujeres humildes quisieron ayudar montando comedores sociales. Eran cocineras que querían dar de comer a los niños“, relata. A esta iniciativa se sumaron grupos de apoyo en España, que contribuyeron con recursos para ampliar los proyectos. Actualmente, ACOES cuenta con 110 proyectos que atienden a unas 15.000 personas en once regiones de Honduras.
Con una visión pragmática, Ramos cree que muchas ONG podrían mejorar su enfoque. “Las ONG deberían pensar más como los fondos de inversión”, sostiene. Considera que la falta de una estrategia a largo plazo y la proliferación de intermediarios dificultan el impacto real de muchas iniciativas. “En el mundo de las ONG hay muchísimos intermediarios que captan dinero, pero faltan operadores. Hay mucho marketing y mucho buenismo, pero falta más continuidad y ser más prácticos. Se necesita gente que conozca las operaciones y que se quede diez años cuidando a los niños“, observa.
Para Ramos, el problema no radica en la falta de fondos, sino en su gestión. “Muchas de ellas -las ONG- funcionan muy mal, no utilizan el sentido común ni la eficiencia. Te construyen una escuela y se marchan o hacen un proyecto de seis meses para mujeres“. De tal modo, buena parte del dinero que destina la gente a la ayuda a los demás se queda más en diagnósticos que en proyectos que alcanzan una continuidad. Del mismo modo, es necesario considerar las donaciones y ayudas como iniciativas a largo plazo para poder dar continuidad a esos proyectos.