Asamblea Eclesial de la Amazonía Peruana: frente a la “destrucción” de la Casa común, “profecía”

Lima acoge la I edición de un encuentro que ha llamado a tener presente el “buen vivir”

Iglesia amazónica en Perú

El papa Francisco, en su exhortación apostólica post-sinodal ‘Querida Amazonía’, llamó con urgencia a escuchar el grito de esta tierra, de cuyo cuidado depende el equilibrio planetario. Esta invocación continúa animando el trabajo de los obispos de esta región y de diversos agentes pastorales (misioneros y misioneras, laicos y representantes indígenas), reunidos estos días en Lima en el marco de la I Asamblea Eclesial de la Amazonía Peruana.



Esta primera cita global, que surge de los tradicionales encuentros intervicariales para reflexionar acerca de la grave crisis ambiental que enfrenta esta región, se produce con motivo del 50º aniversario del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), institución fundada por los obispos que administran la región amazónica.

Caminar juntos

La novedad, en esta ocasión, más allá de dialogar sobre la importancia de un encuentro de misioneros y laicos, fue la presencia de las ocho representaciones de los vicariatos, con una competencia y una capacidad de escucha en cada uno de los espacios cubiertos por la Iglesia.
Una asamblea, en definitiva, que también se ha concretado gracias al apoyo de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA); todo ello como parte de un proceso iniciado con el Sínodo de la Amazonía en 2019, marcando el reto de caminar juntos y acompañar en la medida de lo posible a las diversas poblaciones que habitan este elemental y enorme espacio geográfico.

La cumbre comprendió tres días de trabajo y pretendió ser en todo momento un espacio de escucha horizontal, lo que se concretó en el pronunciamiento ‘En defensa de la Casa común’, a fin de reafirmar el compromiso con el bienestar de los pueblos amazónicos frente a la creciente destrucción de sus ecosistemas, la impunidad de organizaciones criminales y la ineficaz respuesta de los gobernantes de turno.

El problema del agua

La idea de este dictamen surgió en los paneles de trabajo, en concreto a partir del problema del agua. Para César Caro, vicario general del Vicariato Apostólico San José del Amazonas, la cuestión hídrica constituye uno de los grandes desafíos que actualmente enfrentan: “Vivimos en un territorio donde hay agua en todas partes, tanto en los ríos como por las lluvias; pero, a pesar de tanta abundancia, la gente no tiene agua potable y saneamiento en la ciudad, y mucho menos en el campo; es un problema sangrante y el mundo rural se enfrenta a las sequías. Y, por otro lado, tenemos el asunto de la contaminación del agua por la minería ilegal y los derrames del petróleo”.

Iglesia amazónica en Perú

Frente a este sombrío panorama para la Amazonía, todos recordaron las palabras del Papa durante su visita a Perú, en 2018. Su “no se dejen robar la esperanza” sigue impulsando a los diversos agentes pastorales.

Apuesta por la esperanza

Y es que, como señala Dominik Szkatula, misionera laica, “no sabemos cómo, pero todos los días debemos hablar de la esperanza, que es el título del Año Jubilar; y ahora, cuando es más difícil la situación, es necesario ser animadores de esperanza y agarrarnos fuertes para permitirnos resistir. Tenemos que efectuar pequeños gestos que convenzan de que Dios está presente a pesar de caminar por situaciones difíciles. Como Iglesia, debemos hacer nuestro su sufrimiento, escuchar junto a ellos, y ahí, entre todos, decidir que no somos profetas de calamidades, sino hijos del Hombre que pudo vencer al mal”.

Esta primera asamblea nos ha recordado cuatro grandes desafíos: “Debemos ser generadores de esperanza, crear estructuras de participación para los laicos, caminar junto con los pueblos indígenas en el paradigma de la interculturalidad y nunca olvidar el trabajo por el buen vivir, que implica una voz y una presencia proféticas contra las agresiones y la destrucción de la Casa común”.

Idea en la que incide Caro: “Existe una parte profética de denuncia y, por ello, debemos ponernos del lado del pueblo y asumir acciones para luchar frente a todos estos peligros, a pesar de otras limitantes, como los pocos misioneros y la financiación totalmente inestable de los vicariatos”.

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