Esteban Aranaz: “La renovación del acuerdo entre la Santa Sede y China por cuatro años es buena señal”

El misionero aragonés analiza desde Shanghái la realidad de la Iglesia en el gigante asiático

Esteban Aranaz, misionero en Shanghái (fuente: Esteban Aranaz)

Va a cumplir diez años de misión en China, después de estar siete en Taiwán, además de haber sido vicario general y vicario de pastoral de la Diócesis de Tarazona, su lugar de origen. Con esta trayectoria, el sacerdote aragonés Esteban Aranaz conversa con Vida Nueva sobre la situación del catolicismo en el país asiático, con motivo de la renovación de los acuerdos entre la Santa Sede y la República Popular.



PREGUNTA.-Ha estado una vida ligado a China…

RESPUESTA.-Desde mi regreso a Tarazona en 2009 siempre tuve la añoranza de volver a la misión. China era mi vida. Gracias a Dios, nunca perdí el contacto con el mundo de los chinos. En España, fui el iniciador de la comunidad de los católicos chinos de Zaragoza y de la de Bilbao. En octubre de 2009 en el Seminario de Tarazona promoví junto a otros sacerdotes chinos y algunos laicos, el primer encuentro de las comunidades católicas chinas en España. Con motivo de la Jornada Mundial de Oración por la Iglesia en China que se celebra el 24 de mayo, el encuentro del año pasado tuvo lugar en la Basílica del Pilar de Zaragoza y tuvo una acogida extraordinaria, con la participación de más de 500 católicos chinos de toda España. En la actualidad hay once comunidades de católicos chinos en todo el país atendidas por sacerdotes chinos.

¿Cuál es el perfil de los católicos chinos en las parroquias españolas?

R.-La presencia de inmigrantes chinos en nuestro país cuenta ya con años de historia. Al principio solo era un fenómeno en las grandes ciudades que paulatinamente se ha ido extendiendo a todos los lugares. Entre los chinos venidos a España, algunos son católicos. Personas que han ido llegando con el único deseo de prosperar materialmente. Muchos han conseguido crecer económicamente y hoy son grandes empresarios. Por razones culturales y del idioma, la atención pastoral a los católicos chinos necesita ser atendida de un modo más atento. Por un lado, para que mantengan su fe y al mismo tiempo para ayudarles a integrarse gradualmente en la comunidad local. Para ello es muy importante saber acompañar. Los chinos al emigrar, han quedado desvinculados de su cultura, de su ambiente. En ese sentido, las diócesis que en sus parroquias han acogido a estas comunidades, hacen una labor fundamental. Poder ofrecer a las familias y a las personas la atención pastoral en mandarín en la liturgia y en la catequesis en el idioma materno, es algo muy importante.

P.-¿Cómo y cuándo regresó a China?

R.-El espíritu misionero y el amor a China me hicieron regresar. En septiembre de 2015, mi obispo, don Eusebio Hernández, me dio el permiso para partir a la ciudad de Shanghái. Es una gran ciudad y cuenta con un gran número de extranjeros. Yo llegué a esta ciudad para atender a la comunidad católica hispanohablante y ahora también de lengua portuguesa. Todos los meses, dos veces, viajo a la ciudad de Yiwú en la provincia de Zhejiang, a 300 kilómetros al sur de Shanghái, para atender pastoralmente a más de 30 familias hispanas. Asimismo, también voy a Pekín cada mes donde mantengo encuentros con gente joven en dos retiros y ayudo en la Catedral para escuchar confesiones y celebrar la eucaristía en inglés. Desde la Navidades pasadas soy organista en la catedral de St. Ignatius (Xujiahui) de Shanghái. El arte y la música son en China son un cauce de intercambio y amistad.

Esteban Aranaz, misionero en Shanghái, con su comunidad de fieles (fuente: Esteban Aranaz)

Esteban Aranaz, misionero en Shanghái, con su comunidad de fieles (fuente: Esteban Aranaz)

P.-¿Cómo es la atención pastoral en China por parte de sacerdotes autóctonos?

R.-En China la atención pastoral de los fieles es realizada por los obispos y sacerdotes locales. Si bien mi labor, como he señalado antes, está dirigida a la atención de los fieles católicos extranjeros, las relaciones humanas y sobre todo de amistad con muchos chinos son siempre fuente de enriquecimiento mutuo. En Shanghái tenemos obispo desde hace año y medio. Esto ha hecho que muchas cosas hayan ido mejorando sustancialmente respecto al pasado. También se percibe una mayor coordinación e interlocución con las autoridades. Desde el pasado mes de octubre, para la comunidad que atiendo en Shanghái, tenemos una parroquia para la celebración de la eucaristía en español y portugués cada domingo. China es un país muy grande y con una población enorme. Su rica tradición cultural e histórica le otorga una identidad muy particular que es muy importante entender dejando de lado también
muchos prejuicios.

P.-¿Qué supone el acuerdo provisional entre la Santa Sede y el gobierno de China?

R.-Es un acuerdo provisional y secreto. Sabemos que tiene por elemento principal la cuestión del nombramiento de los obispos. Se estableció en 2018, con renovaciones cada dos años. La última renovación se suscribió en septiembre de 2024 por cuatro años, lo cuál es una buena señal porque quiere decir que hay satisfacción por parte de las dos partes. Desde su inicio, se han nombrado once obispos en un clima de normalidad. Desde 2018 todos los obispos de China están reconocidos por Roma y en comunión con el Papa. Lo cual es un gran avance a nivel de las relaciones entre la Santa Sede y China.

P.-¿Y cuál es la perspectiva desde el gobierno y la sociedad china?

R.-Pienso que la actitud de diálogo promovida por el papa Francisco y la Secretaría de Estado ha encontrado un eco positivo en las autoridades chinas y los resultados no se han hecho esperar. En China, la libertad de culto está garantizada por la ley, cualquier persona puede profesar su fe de forma libre. Hay iglesias, templos y mezquitas que funcionan. Pues aunque queden todavía grandes desafíos pendientes, es importante subrayarlo precisamente para entender que este acuerdo no soluciona todas las cuestiones. Por ello hay que seguir trabajando para avanzar incrementando la confianza mutua. La evangelización es siempre un gran desafío en cualquier parte.

P.-¿Qué realidad se vive en las iglesias chinas?

R.-Es muy impresionante ir un domingo a los templos y verlos a rebosar. Personas que asisten a las celebraciones de manera muy devota. Especialmente, jóvenes. Es una señal muy esperanzadora para la Iglesia universal. Por ejemplo, las diócesis han preparado muy bien los actos del Jubileo de este año. Con la tradicional mentalidad práctica de los chinos, se inició un día antes para que tuviera el máximo impacto entre la población. Sólo en Shanghái, tenemos seis templos jubilares a los que están acudiendo peregrinos, por lo que se puede concluir que China cuenta con futuro esperanzador en este sentido.

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