En una nota enviada a la Agencia Fides, una fuente de la Iglesia local de República Democrática del Congo describe la situación en la ciudad de Bukavu, la capital de Kivu del Sur una semana después de ser atacados por el M23, un grupo rebelde militar que opera en áreas del este del país.
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“Estamos agradecidos de estar vivos”
Es el mensaje de alivio que permanece en la comunidad que el día del ataque se encontraba asistiendo a la Eucaristía. A pesar del temor y la inestabilidad, los católicos de la zona se aferran a su fe. La parroquia de Nguba, este pasado domingo 23 de febrero, celebró la primera misa de la mañana con gran afluencia después del atentado. Entre cánticos y danzas, la gratitud por haber sobrevivido se palpaba en cada rincón del templo.
La llegada del M23 a la ciudad estuvo precedida por días de disturbios debido a la inestable situación política que se vive al este y el restablecimiento del “orden” en RDC, que se ha cobrado un alto precio en vidas humanas: la Cruz Roja dio parte de 26 fallecidos entre el 14 y el 17 de febrero. Bukavu está ahora mismo sin autoridades establecidas: las anteriores han huido y las nuevas aún no han sido nombradas. Los soldados del Ejército nacional, revela la fuente eclesial, han huido y están generando desórdenes en la llanura de Ruzizi, en la zona sur.
Vuelta a la normalidad
A pesar de la crisis, la población de Bukavu intenta recuperar la normalidad. Se espera que las escuelas básicas reabran en los próximos días, pero la incertidumbre económica persiste. En la capital congoleña, el miedo ha derivado en persecuciones injustificadas. Se está dando parte de arrestos arbitrarios de jóvenes por hablar swahili, el idioma del este del país, bajo sospechas infundadas de colaborar con las fuerzas ruandesas. La población exige una intervención urgente para garantizar la seguridad y frenar estas acciones discriminatorias.
El grupo rebelde M23, con un contingente estimado de diez mil hombres, sigue extendiendo su control: rodean barrios y revisan casa por casa, deteniendo a quienes sospechan que pueden pertenecer a la resistencia. Aquellos que se niegan a unirse son ejecutados.
Pese a la violencia, la comunidad de Bukavu mantiene su fe inquebrantable. “Más allá de los planes humanos, está Dios”, afirman los feligreses, que continúan ofreciendo donaciones de arroz y harina para los más necesitados. En medio de la incertidumbre y la adversidad, su fe sigue siendo su mayor fortaleza.