Francisco: hay “viudos” o “huérfanos”, pero no existen “palabras” para nombrar “a los padres que pierden a un hijo”

  • El Papa responde con una carta a una misiva que le envía Cinzia, una mujer cuyo hijo murió en un accidente
  • Ambos textos los publica hoy la revista eclesial italiana ‘Piazza San Pietro’, que dirige el sacerdote Enzo Fortunato

papa Francisco da un abrazo a dos mujeres

La revista eclesial italiana ‘Piazza San Pietro’, que dirige el sacerdote Enzo Fortunato y que se publica mensualmente, dedica una sección en la que el papa Francisco responde con una carta a una misiva que le envía otra persona. En el presente número, que se acaba de difundir hoy, Bergoglio responde a una Cinzia, una mujer que perdió a su hijo de 21 años en un accidente de tráfico.



En su carta, Cinzia le habla de su hijo Fabrizio, “un chico bueno, generoso y altruista de tan solo 21 años que, en la noche entre el 4 y el 5 de octubre de 2019, salió a pasar una velada con amigos. Pero “nunca regresó a casa”.

En la oscuridad de las tinieblas

Desde entonces, “toda nuestra familia quedó sumida en el dolor más atroz. Después de la tragedia, mi marido y yo nos hundimos en la oscuridad de las tinieblas. Sentimos odio, rabia, pena y perdimos la fe”. En su caso, la crisis espiritual duró apenas dos meses, pues ese 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada, “gracias a María, volví a la fe y empecé a rezar de nuevo”. No ocurrió lo mismo con “mi marido”, que “no podía”.

Así, “nos dimos cuenta de que teníamos que hacer algo para recuperarnos y dar un sentido a aquella desgracia. Nos hicimos voluntarios de la Cruz Roja. Para ayudar a los que sufren y necesitan ayuda, fundamos una asociación sin ánimo de lucro, ‘Juntos por Fabrizio APS’, con el objetivo de promover una cultura que fomente la vida y los valores asociados a ella, en particular trabajando por la prevención y la seguridad vial en las escuelas”.

¿Está en el cielo?

En este sentido, Cinzia le agradece al papa “sus palabras del pasado 31 de octubre, dirigidas a los padres que han perdido un hijo”. De ahí que se atreva a formularle esta pregunta: ¿por qué el Señor no salvó a Fabrizio, regalándonos este gran dolor que siempre está presente en nuestros corazones? ¿Y dónde está Fabrizio? ¿Está en el cielo? ¿Se ha convertido en nuestro ángel de la guarda?”.

La madre concluye apelando a la paternidad espiritual de Bergoglio y a su corazón de pastor sencillo: “Solo usted, Santo Padre, puede responder a estas preguntas que me afligen a diario. Muchas gracias y rezo por usted todos los días”.

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El dolor más atroz y antinatural

Por su parte, Francisco le responde reconociendo que “tu oración nace del dolor más atroz y antinatural: la pérdida de tu hijo Fabrizio. Hace poco dije, como recuerdas, que no hay palabras, ni siquiera palabras de consuelo incluso con la mejor de las intenciones. Incluso estas palabras pueden acabar amplificando la herida”.

Con total humildad, el Pontífice argentino abraza a la madre dolorida y a su marido: “Sabed que estoy con vosotros, y desearía poder consolaros como Jesús consolaba a los afligidos y alentaba la esperanza”.

Ni el diccionario ayuda

En este sentido, Bergoglio apunta que “ni siquiera hay palabras para nombrar a la madre o al padre que pierde a un hijo. La mujer que pierde a su marido es una viuda. El marido que pierde a su mujer es viudo. El hijo que pierde a uno de sus padres es huérfano. Pero, para un padre que pierde a un hijo, no hay palabra”.

En cuanto a las preguntas que ella formula, antes de responderlas, le ofrece este consejo: “Pide siempre la intercesión de María, que tanto te ha ayudado y siempre estará siempre cerca de ti y de tu marido Antonio. Y quisiera que hiciéramos nuestras las palabras de la oración de don Tonino Bello en ‘Virgen de la espera’: ‘Santa María, mujer de la espera, consuela el dolor de las madres por sus hijos que, habiendo salido un día se fueron de casa, para no volver jamás…’”.

Ministros de la espera

Y es que “la espera es siempre signo de esperanza. Haznos, pues, ministros de la espera. Y que el Señor que viene, Virgen del Adviento, nos sorprenda, también por tu maternal
complicidad, con la lámpara en la mano”.

En cuanto a las cuestiones que ella eleva al cielo a modo de oración, Francisco reconoce que “no podemos tener todas las respuestas ante el misterio del sufrimiento inocente. María también hoy participa y comparte vuestro dolor como Madre de la humanidad, Madre de todos nosotros. Madre cercana, que permanece en silencio y acompaña cada corazón roto”.

Cita de Juan Pablo II

Por ello, “me ayudan también unas palabras de san Juan Pablo II: ‘No hay mal del que Dios no sepa sacar un bien mayor’. Y esto debe darnos esperanza, queridos Cintia y Antonio. En la oración, en la gracia que Dios nos da cada día más allá de toda medida, en el progreso del camino de fe, en la vida sacramental, abramos sinceramente nuestros corazones”.

Una ofrenda vital que el Papa concluye así: “Jesús, que llora con nosotros, sembrará en nuestro corazón todas las respuestas que buscamos. El encuentro con Él es el Amor que salva, el Amor más grande que todo mal”.

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