Cuando la conocimos en diciembre, Lishay Miran Levi, de 38 años, tenía el rostro demacrado y portaba dos colgantes alrededor del cuello, la estrella de David y el lazo amarillo, un símbolo internacional de solidaridad con los rehenes, visible en todo Israel. Viste una sudadera negra con la imagen de su esposo Omri que sonríe mirando a su hija Roni en sus brazos. Tenía dos años cuando vio a su padre por última vez. El 7 de octubre de 2023, en el ‘kibutz’ Nahal Oz, unos hombres con fusiles se lo llevaron ante sus propios ojos.
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Su hermana Alma, de seis meses, estaba en brazos de su madre. Desde entonces, cada mañana Roni pregunta si su padre volverá a casa ese día; a veces lo pregunta llorando, porque una niña puede llegar a pensar que alguien no regresa porque ya no la quiere. Para Alma, sin embargo, su padre es el hombre de las fotografías colgadas por toda la casa y en las calles junto a la frase: “Omri Miran, 48, Bring Him Home”.
Lishay lo había conocido poco antes del Covid en una fiesta de Purim, que conmemora la salvación del pueblo judío de una conspiración para destruirlo. Fue amor a primera vista. Un año después se casaron y Roni llegó casi inmediatamente. “Te amo, no te hagas el héroe”, fueron las últimas palabras que Lishay gritó a su marido mientras los terroristas lo arrastraban en el coche rumbo al infierno de Gaza. Durante meses, Lishay se tocaba la cara cada vez que se despertaba. Casi con la incredulidad de estar viva e imaginar a Omri en un túnel, sin agua, sin comida. Durante meses no supo nada. En abril de 2024, lo volvió a ver en uno de los sádicos vídeos de propaganda de Hamás. Delgado y exhausto, rogó al gobierno israelí que no lo abandonara. Lishay está convencida de que su profesión de terapeuta de ‘shiatsu’ le ayuda a resistir y no perder la cabeza.
Superación
Durante meses, todos los días superó su timidez natural y marchó por las calles de Israel junto a cientos de otros familiares y voluntarios para exigir la liberación de todos los rehenes. No se resigna ni remotamente a la idea de poder vivir sin esa mitad de sí misma que le fue bárbaramente arrancada. Una pesadilla de sus noches de insomnio, que esconde a sus hijas cuando se despiertan por la mañana. Cualquier día podría ser el día en que volviera papá a casa.
Desde el 7 de octubre de 2023, Lishay volvió a vivir con sus padres en el ‘kibutz’ de donde fue evacuada. Roni se ha unido mucho a su abuelo, un hombre que no ha recitado ‘kidush’ en la tarde de Shabat desde que se llevaron a su padre. Estaba enfadado con Dios. Fue Roni quien le pidió que volviera a hacerlo y rezara con ella. Lishay no es religiosa, pero cuando no sabes qué es del hombre que amas siempre esperas un milagro.
*Reportaje original publicado en el número de febrero de 2025 de Donne Chiesa Mondo.