La Conferencia del Episcopado convoca una Semana por la Vida, del 24 al 28 de marzo, para llamar a la “reflexión, oración y compromiso por el don precioso de la vida que Dios nos ha concedido”
AME1276. CIUDAD DE MÉXICO (MÉXICO), 08/04/2020.- Fotografía de la explanada de la Basílica de Guadalupe, al amanecer del 22 de marzo de 2020, en Ciudad de México (México). En estos días de zozobra, el susurro de las oraciones y los rezos de los fieles mexicanos se perciben con mayor claridad en la Basílica de Santa María de Guadalupe de Ciudad de México, donde centenares de católicos se persignan y arrodillan ante la Virgen Morena, pidiéndole protección y amparo. Y es que, a pesar de las medidas de prevención dictadas por las autoridades mexicanas, los católicos de este país no han dejado de asistir, aunque en menor cantidad, a los santuarios. EFE/ Jorge Núñez
La Iglesia en México alertó de “manifestaciones de muerte que se han ido instalando en nuestro país, amenazan la dignidad humana, deshumanizan nuestra convivencia y dejan una herida profunda en la conciencia de nuestro pueblo”.
Ante esa realidad convocó a una Semana por la Vida del 24 al 28 de marzo, con el objetivo de detonar la “reflexión, oración y compromiso por el don precioso de la vida que Dios nos ha concedido”.
En un mensaje emitido por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y firmado por su presidente, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro; el secretario general, el obispo auxiliar de México, Héctor Pérez y el responsable de la Dimensión Episcopal de Vida, el obispo auxiliar de Guadalajara, Ramón Salazar, los obispos afirmaron que “la esperanza que no defrauda, como nos recuerda el papa Francisco en la bula ‘Spes non confundit’, nos impulsa a proclamar la dignidad de toda persona humana y a trabajar incansablemente por un México justo y reconciliado”.
Para los obispos, la cultura de la muerte y del descarte ha permeado en diversas formas en México, “desde la despenalización y promoción del aborto, hasta el azote de la violencia descontrolada, la delincuencia organizada y el flagelo del narcotráfico que ha convertido regiones enteras en zonas de guerra”.
En ese sentido, reafirmaron el compromiso inquebrantable de la Iglesia con la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
Expresaron su preocupación pues -dijeron- “esa oscuridad parece también afectar lo más hermoso que Dios nos ha regalado: nuestra conciencia”, por lo que apuntaron la necesidad de “formar una conciencia recta y verdadera, capaz de llamar bien al bien y mal al mal, rechazando cualquier engaño o falsedad que intente justificar el mal”.
Consideraron que una conciencia rectamente formada “no es esclava de modas pasajeras, de lobbies ni de ideologías, sino que, iluminada por la verdad, nos lleva a reconocer la bondad de Dios y esperar incluso en momentos difíciles”.
La CEM pidió a los feligreses que para la Semana por la Vida, “unidos al Jubileo de la Esperanza, abramos nuestra conciencia a la luz de la verdad para ser mensajeros de la esperanza y la vida. Igualmente, alejémonos de la oscuridad de la mentira. Frente a la cultura de la muerte y del descarte, nuestra respuesta debe ser un compromiso firme y decidido por la cultura de la vida y la dignidad humana”.
En ese sentido llamó a formar la conciencia, “iluminada por la verdad” y “educarla en la luz del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia para evitar caer en el error y la confusión moral”; asimismo, defender la vida desde la concepción hasta la muerte natural; “no podemos callar ante leyes injustas que atentan contra la dignidad humana. Como dijo san Juan Pablo II: ‘una nación que mata a sus hijos no tiene futuro’”.
Otras acciones a emprender -de acuerdo con el mensaje de los obispos- son promover la familia y la educación en valores; combatir la violencia “con la paz del Evangelio”; acompañar a las víctimas de la violencia y fortalecer la evangelización y el compromiso social.
Para concluir su mensaje, los obispos expresaron su deseo de “ser mensajeros de la esperanza y de la vida, acogiendo con amor” tanto la maternidad como al enfermo, débil y vulnerable; “rehabilitando a quienes han caído en las garras del crimen” y también con los migrantes, “como exhorta el Santo Padre”.
Los obispos manifestaron que la situación en México “es desafiante, pero tenemos la certeza de que Dios camina con su pueblo, y nosotros estamos llamados a ser testigos y mensajeros de la esperanza y de la vida. Que la esperanza sea un faro que oriente nuestro caminar, porque sabemos que el Amor nos ha salvado y nos sostiene”.
Finalmente, pidieron a los católicos orar y comprometerse “con valentía y trabajemos juntos por un México donde la vida sea respetada y promovida en todas sus etapas. Pongamos esta Semana por la Vida en manos de Santa María de Guadalupe, Madre de la Vida, para que interceda por nosotros y nos ayude a ser constructores de una auténtica cultura de la vida”.