José Domingo Ulloa recuerda que el padre Héctor Gallego, del que no se tienen noticias desde hace 53 años, fue “mártir de la fe, testigo del evangelio y modelo de entrega para los más vulnerables”
Arzobispo José Domingo Ulloa. Foto: Arquidiócesis de Panamá
Al presidir la romería de Jesús Nazareno de Atalaya en el santuario del mismo nombre, en la provincia de Veraguas, el arzobispo de Panamá y presidente de la Conferencia Episcopal Panameña, José Domingo Ulloa, se refirió a la reapertura del caso del sacerdote Jesús Héctor Gallego Herrera, desaparecido hace 53 años.
Fue el 11 de diciembre de 2024 cuando la Procuraduría General de la Nación del país centroamericano, informó de la reapertura de la investigación por la desaparición en 1971 en el régimen militar (1968-1989) del sacerdote de origen colombiano Héctor Gallego, “después de 31 años de estar cerrada la causa”.
A ese respecto, se refirió el arzobispo Ulloa en su homilía, donde recordó que tras más de 50 años de incertidumbre, el reabrir su caso es un “acto de justicia y reconciliación y nos da la posibilidad de conocer toda la verdad sobre su desaparición. La Iglesia panameña ha exigido justicia no solo para Héctor, sino para todos los desaparecidos en todos los tiempos, cuyas voces aún claman desde el olvido”.
En el acto en que estuvieron presentes varios obispos del episcopado panameño, así como el nuncio apostólico, Dagoberto Campos, el arzobispo Ulloa señaló: “Estamos en esta tierra bendecida por Héctor Gallego que entregó su vida haciendo una opción radical por los pobres; su lucha por la justicia y la organización de los campesinos en defensa de sus derechos lo convirtió en una amenaza para quienes querían perpetuar la opresión; su desaparición fue un intento de silenciarlo, pero su testimonio sigue vivo, iluminando la esperanza de quienes buscan un mundo más humano y fraterno”.
El arzobispo Ulloa apuntó a la necesidad de que se sepa lo que ocurrió realmente con el padre Gallego y dónde reposan sus restos, “para que la memoria y la dignidad prevalezcan sobre la impunidad; la Iglesia ha reconocido a Héctor Gallego como mártir de la fe, testigo del evangelio, modelo de entrega para los más vulnerables; las causas que llevaron a su desaparición persisten, reflejando la injusticia social que enfrenta el campesinado; en Panamá más de 200 mil panameños hoy sufren hambre”.
Para Ulloa, el legado del padre Héctor sigue vigente en la opción preferencial por los pobres y en el compromiso con la dignidad humana: “Hacemos un llamado a quienes poseen información sobre su desaparición, que hablen, que liberen su conciencia”.