Un grupo de sacerdotes, en audiencia con el papa Francisco
En España hay 15.285 sacerdotes (para 22.921 parroquias en todo el territorio nacional), según el último dato ofrecido por la Conferencia Episcopal Española (CEE) este lunes 10 de marzo en su sede central, en Madrid. Lo ha hecho en un encuentro con los medios con motivo de la presentación de la campaña anual del Día del Seminario, este próximo día 19, y que, en clave jubilar, lleva el lema de ‘Sembradores de Esperanza’.
Han intervenido el sacerdote Florentino Pérez, director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, y Javier Prieto, de la Diócesis de Zamora, que recibió la ordenación sacerdotal este 22 de febrero. El primero ha destacado que, en nuestro país, hay “cuatro realidades” que son especialmente preocupantes: “La incertidumbre económica, el miedo a la enfermedad, el uso masivo de las redes y el envejecimiento de la población”.
Frente a este panorama complejo, los curas tratan de “sanar las heridas de nuestro tiempo”. Los presbíteros y los que se están preparando para ello, como “los 1.036 seminaristas que hay ahora mismo”, preparándose “en 82 seminarios, reunidos en 57 comunidades formativas”.
El reto es que todos fomentan “actitudes que les capaciten para sembrar esperanza”. Hasta el punto de que, “cada uno de ellos es una razón más para la esperanza”. Lo que se manifiesta en el combate contra la crisis económica, “habiendo casi 4.500 Cáritas parroquiales, en las que se acompaña a 2,5 millones de personas, y coordinadas en parte por los sacerdotes”.
En cuanto “al miedo a la enfermedad, contamos con 870 capellanes hospitalarios” y un amplio número de voluntarios. Lo mismo que frente a “la dependencia digital, con fuertes adicciones en este sentido, habiendo un acompañamiento a jóvenes y adolescentes en el ámbito de la educación y el tiempo libre”.
Respecto “a la despoblación, es fundamental llevar la esperanza en la España vaciada, contando con más de 11.000 parroquias en ámbito rural. Otros se han ido, pero los sacerdotes no”. De ahí que estemos ante “un compromiso silencioso y cotidiano que es generador de esperanza”.
Por su parte, el recién ordenado Prieto, ha puesto como ejemplo “a Gandalf, personaje de ‘El Señor de los Anillos’, que siembra esperanza allí por donde pasa. Es es, precisamente, nuestro reto”.
En su caso, su compromiso se encarna “en una diócesis pequeña, envejecida y donde los jóvenes suelen estar alejados… De ahí la importancia de saber transmitir esperanza, que es a lo que nos llama Dios. Hay que saber colocar las piezas y, como en un puzle, encontrar el sitio en el que encajas”.
Y así ha sido su experiencia, al “responder a una inquietud del corazón a la hora de encontrar tu sitio en la vida. No fue algo soñado, deseado o pensado, sino que la llamada de Dios y mi respuesta se encontraron. Siempre tuve inquietud, pero hice antes una doble licenciatura, trabajé… Hasta que elegí mi camino, el que llevaba en el corazón”.
En este sentido, pone en relieve la importancia de la “escucha”, que es “clave para sembrar esperanza. La gente necesita ser escuchada y tener conversaciones largas y profundas”.
Sobre el proceso al que llama el papa Francisco y por el que los seminarios españoles van uniendo estructuras allí donde se necesario, Pérez ha puesto en valor que “está habiendo grandes cambios, poco o a poco, pero con signos de que se está avanzando en esta dirección. Hay ejemplos como el seminario interdiocesano en Galicia para las tres diócesis, o también en Cataluña. Y otras diócesis apuestan por unir etapas formativas, como estamos viendo en Madrid. Se avanza en esta revisión de los seminarios que persigue la única meta de crecer en la calidad de la etapa formativa”.
Desde 2017, “se experimentaba un proceso de descenso en el número de seminaristas”. Pero, como ha apreciado el director del Secretariado de la Subcomisión Episcopal para los Seminarios, “este año se ha revertido la tendencia y se ha crecido hasta llegar a la cifra de 1.036. Ojalá se pueda seguir sumando en los próximos años, pero necesitaremos tiempo para ver si es algo puntual o no”.
Aunque, más allá, “el gran reto es ir descubriendo nuevas formas creativas para asentar una cultura vocacional; cada uno en la suya, ya sea a la vida consagrada, al sacerdocio o a la familia”.