El expolio de bienes culturales ha sido una constante en la historia de Europa, y ahora, un nuevo episodio enfrenta a la localidad valenciana de Morella con la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, por un conjunto de piezas litúrgicas que fueron llevadas a La Rioja tras la Primera Guerra Carlista. Se trata de un conjunto de orfebrería conocido como “las alhajas”, compuesto por una custodia de oro y plata, tres cálices, una bandeja, un incensario, una naveta con su cuchara, una patena con cucharilla, un copón y una caja labrada. Estas piezas se encuentran desde 1840 en la parroquia de San Martín de Cenicero (La Rioja), a donde fueron trasladadas tras la toma de Morella por las tropas liberales de Baldomero Espartero. Así lo ha recogido la Agencia EFE en base a fuentes locales.
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Un reclamo histórico
El Ayuntamiento de Morella, encabezado por su alcalde Bernabé Sangüesa, ha decidido iniciar el proceso para recuperar estos objetos. El primer paso fue remitir una solicitud formal al obispado de Calahorra para conocer el estado de conservación y el paradero exacto de las piezas. La respuesta eclesiástica confirmó la existencia de la mayoría del tesoro, aunque indicaron que faltaban un copón y unas cucharillas de bronce, posiblemente extraviadas por el uso litúrgico a lo largo de los años.
Además, el obispado riojano no está dispuesto a devolverlas. Consideran que su custodia es legítima y esgrimen un documento del Boletín Oficial de Logroño de 1840 que certifica la entrega de las piezas a la parroquia de Cenicero tras la toma de Morella. Para la diócesis, este documento es prueba suficiente de que no se trata de un botín de guerra, sino de una donación formal realizada por Espartero a la comunidad religiosa riojana.
Un litigio complicado
La situación se ha complicado debido a la falta de un protocolo claro. Desde la Iglesia consideran que el Ayuntamiento de Morella no ha seguido los cauces adecuados y que la solicitud debió ser canalizada a través de la parroquia de Morella en lugar de dirigirse directamente a la diócesis. Además, señalan que el Consistorio de Cenicero tampoco vería con buenos ojos la devolución de estos bienes: “Si contactan con el alcalde de Cenicero, les va a mandar por donde han venido”, comentaron fuentes eclesiásticas con cierta sorna.
Otro factor a considerar es la seguridad. Desde el obispado de Calahorra han mandado un comunicado indicando la situación del tesoro, pero se ha negado a proporcionar imágenes y evitar detallar su valor económico por temor a robos. “No queremos desvelar demasiado sobre nuestro patrimonio por miedo a saqueos. La última vez que entraron a robar en un templo fue hace apenas tres meses”, explican desde el obispado.
Morella no se rinde
Pese a la negativa diocesana, Morella no se da por vencida. Como próximo paso, el Ayuntamiento ha solicitado fotografías oficiales de las piezas para documentar su estado. “Nos han dicho que cualquiera puede ir a verlas, pero también queremos tener registros oficiales”, explica el alcalde. Por su parte, Carlos Sangüesa, director del museo de Morella, defiende la restitución del tesoro: “Podría ser expuesto en un contexto histórico adecuado”. Mientras tanto, la diócesis deja claro que la decisión final podría tardar siglos.
“Si quieren seguir por esta vía, que lo hagan, pero serán mil años de litigio y no conseguirán nada”, advierten. La Conferencia Episcopal, por su parte, indica que si el conflicto involucra a varias parroquias, la decisión final deberá ser tomada por Roma y el Vaticano.
La batalla por las alhajas de Morella está lejos de resolverse, y todo indica que, por ahora, el tesoro de Espartero seguirá en La Rioja.