El papa Francisco, en una de las sesiones del Sínodo de la Sinodalidad
La sinodalidad no se ha acabado: se aterrizará sí o sí. La Secretaría General del Sínodo ha anunciado hoy su fase de implementación en las Iglesias locales con un itinerario que concluirá con una Asamblea Eclesial que se celebrará en el Vaticano en 2028.
El cardenal secretario de la Secretaría General del Sínodo, Mario Grech, ha enviado a todos los obispos una carta sobre el proceso de acompañamiento de la fase de implementación del Sínodo, que cuenta con la aprobación del papa Francisco, que dio su ‘ok’ definitivo este 11 de marzo desde el Hospital Gemelli, donde permanece ingresado desde el 14 de febrero.
Sesión del Sínodo de la Sinodalidad celebrado en el Vaticano en octubre 2023
Según la misiva, “el camino estará pautado de modo que ofrezca un tiempo adecuado y duradero para comenzar a poner en práctica las indicaciones del Sínodo, e incluirá algunos eventos significativos de evaluación”:
El cardenal Grech sostiene que Jorge Mario Bergoglio espera que esta fase “reciba una atención especial, para que la sinodalidad sea cada vez más comprendida y vivida como una dimensión esencial de la vida ordinaria de las Iglesias locales y de la Iglesia entera”.
“Este camino -continúa la carta- implicará a las diócesis y eparquías, a las conferencias episcopales y a las estructuras jerárquicas de las Iglesias orientales, así como a sus agrupaciones continentales, que cuidarán de implicar también a los institutos de vida consagrada, a las sociedades de vida apostólica, a las asociaciones laicales, a los movimientos eclesiales y a las nuevas comunidades”.
Del mismo modo, explica que, “por el momento, no se procede a la convocatoria de un nuevo Sínodo, optándose en su lugar por un proceso de consolidación del camino ya recorrido”.
Así, detalla que “la fase de aplicación del Sínodo debe entenderse no como una mera aplicación de directivas venidas de arriba, sino más bien como un proceso de recepción de las orientaciones expresadas por el Documento final de manera adecuada a las culturas y necesidades locales de las comunidades”.
Al mismo tiempo, “es necesario proceder juntos como Iglesia entera, armonizando la transposición en los diferentes contextos eclesiales. Esta es la razón del proceso de acompañamiento y evaluación, que en modo alguno resta responsabilidad a cada Iglesia”, agrega.
El purpurado maltés señala también que “este proceso constituye el marco en el que situar las múltiples iniciativas de aplicación de las orientaciones del Sínodo, en particular los resultados de los trabajos de los Grupos de Estudio y las aportaciones de la Comisión de Derecho Canónico”.
Sobre los equipos sinodales formados en cada Iglesia particular, el cardenal invita a que estos sean “reforzados y eventualmente renovados, y los equipos suspendidos deben ser reactivados y debidamente integrados”.